Los liderazgos se forjan a base de decisiones y no de perfil. Juanma Moreno rompió este semana de forma definitiva los lazos con el pasado del PP andaluz de Javier Arenas y vuela libre sin las pesadas mochilas que el de Olvera escondió por todos los rincones de Andalucía. Le ha costado casi un año y medio soltar amarras y durante todo este tiempo ha aguantado todo tipo de descalificaciones sobre su escaso peso político, intrigas dentro de su propio partido o duras críticas de sus rivales y de los medios de comunicación. Pero pocos saben que una de las virtudes de este malagueño es la paciencia (lleva años en la fontanería del partido), y pese al chaparrón continuo y dos descalabros electorales (andaluzas y municipales), el presidente popular no se ha movido ni un milímetro de la hoja de ruta que se marcó cuando aterrizó en Andalucía y comprobó desde el primer día que el trabajo no iba a resultar nada fácil. Nada de sprint; para hacerse con el control del partido había que afrontarlo como una maratón. Y así lo decidió cuando se dejó los nudillos el primer día llamando a la sede del PP en Sevilla ya que nadie le ofreció una copia de las llaves. Ahora está en el ecuador de su plan, con las listas del Congreso cerradas y a la espera de toda la renovación orgánica que deberá realizar en los congresos de febrero en las provincias que quedan en el aire.

Juanma Moreno llevaba meses trabajando la composición de las listas al Congreso de las ocho provincias. Uno de sus confidentes ha sido Elías Bendodo, portavoz del PP andaluz, que le ha ayudado a colocar todas las piezas en el tablero para evitar que en un futuro nadie le coma un peón.

Tras reorganizar una dirección del partido a su medida en julio de este año con la idea de modernizar al PP y funcionar con una ejecutiva más reducida y funcional, el siguiente paso era elaborar unas candidaturas que tuvieran tres premisas: fuerza electoral, renovación y facturar a Madrid a los potenciales enemigos internos que durante estos meses no han parado de ponerle zancadillas. Y lo ha conseguido, al menos en las dos últimas premisas, pues la primera se medirá en función de los resultados del 20-D.

La jugada interna de Juanma Moreno ha sido cuanto menos notable, tendiendo puentes de plata a Madrid a todos los que considera que restan más que suman a su proyecto para Andalucía. En el congreso de julio de este año fue dando pistas de su estrategia cuando volvió a defender como objetivos reducir a ocho años el tiempo máximo en los mandatos orgánicos e institucionales, o el sistema de una persona, un cargo. Esto le permitirá ahora desalojar de las presidencias provinciales del PP de Córdoba y de Jaén al exalcalde cordobés, José Antonio Nieto, y al alcalde jienense José Enrique Fernández de Moya, muy próximos a María Dolores de Cospedal y que batallaron en contra de Moreno cuando estaba en juego la presidencia del PP andaluz. Los dos ya tienen billete en AVE para Madrid en clase turista, pero en la primera fila para asegurarse de que no tardan en bajarse del tren en Atocha.

Tras desactivar estos dos provincias, el siguiente paso era dar con la clave en Sevilla. El peligro era doble. Moreno no se sentía cómodo con que repitiera como número uno el ministro de los recortes, Cristóbal Montoro, y tampoco estaba dispuesto a que Javier Arenas ganara la batalla para volver a ocupar el primer puesto de la lista. Su única opción era el exalcalde de Sevilla y expresiente del PP-A, Juan Ignacio Zoido, al que le tiende también un puente de plata hacia Madrid con la esperanza que abandone la portavocía en el Ayuntamiento de Sevilla ante la constatación de que el socialista Juan Espadas se está consolidando en el cargo (tanto eje no es bueno, piensan). Con esta jugada contenta también a la revuelta provincia sevillana y rebaja las tensiones de los últimos tiempos. La solución final para Arenas ha sido no moverlo del Senado con la excusa de que será vital tener un político de su experiencia para alcanzar acuerdos hasta en un taxi debido a que el Senado, con el permiso de Ciudadanos, será vital para negociar proyectos ante el más que seguro fragmentado Congreso que saldrá de las urnas.

En Almeria estaba claro que el primer puesto sería otra vez para el portavoz en el Congreso, Rafael Hernando, pese a las escaramuzas del de Olvera, y para Granada Moreno sacrifica a su portavoz parlamentario, Carlos Rojas, para tener un hombre de su plena confianza en Madrid que defienda los intereses del PP andaluz tanto en Génova como en el Congreso de los Diputados.

Para cerrar el círculo, Juanma Moreno se encargo durante estas dos últimas semanas en lanzar varios mensajes: las listas serán una combinación de renovación y experiencia, con la idea de tranquilizar a la vieja guardia del partido y justificar también que para Cádiz situaría como cabeza de lista a la exalcaldesa Teófila Martínez y en Huelva a la ministra de Empleo, Fátima Báñez.

Lidiado el problema de Arenas, Nieto, Zoido y Fernández Moya y convencido el histórico Gabino Puche para que diera un paso atrás en Jaén y concurra en la lista del Senado, a Juanma Moreno le quedaba el hueso más duro de roer y al que nadie en el partido había osado a meterle mano: relevar a la incombustible Celia Villalobos como número uno por Málaga, un puesto que lleva defendiendo desde 1989. Hasta última hora de ayer sábado nadie en el partido conocía la intención de Villalobos de si aceptaría ser relegada al segundo puesto. Temen que estalle este volcán incontrolado en víspera de una campaña decisiva, pero Bendodo confía en que aceptará aunque no de buen grado. Bendodo y Moreno han convencido a Rajoy de que su apuesta es el alcalde de Estepona, José María García Urbano, un hombre tranquilo con un curriculum que sólo seis personas con vida tienen en España, según Bendodo: abogado del Estado, registrador de la propiedad y notario. Para tranquilidad de Moreno, Urbano deberá dejar repetir de forma reiterativa (dejará la alcaldía en breve) que su idea es compaginar la alcaldía y el Congreso, pues aunque en los estatutos del PP-A no figura esta condición, en el próximo congreso de febrero-marzo se incluirá y el propio Moreno renunciará su escaño en el Senado para centrarse en su tarea de oposición en Andalucía.

Terminado el sudoku de las listas, Moreno sólo espera que Rajoy le haga el gran favor de su vida: ganar las elecciones que propicie una crisis en el PSOE y que Susana Díaz se vea en la obligación de acudir a Madrid para rescatar a su partido, lo que le permitiría abrir al PP un flanco en el inexpugnable bunker del PSOE andaluz.