Podemos ha inaugurado su círculo del Ejército con el fichaje de Julio Rodríguez, a quien Pablo Iglesias, con la arrogancia pueril que le caracteriza, se ha atrevido a presentar como su ministro de Defensa. No es que volvamos a la etapa franquista de Pita da Veiga, en que los almirantes estaban al frente de la cartera de Marina, y los generales de Tierra y del Aire ocupaban los ministerios, pero sí se percibe cierto déjà vu obligado por la necesidad y la desmemoria adanista.

Iglesias cuenta con un general para romper con esa cadencia antisistema que, según el CIS, le ha llevado en un año a perder la mitad de sus votantes. Si de lo que se trata es de acercarse al establishment ya sólo le faltaría fijarse en un sacerdote cercano a la Teología de la Liberación.

El ejército español ha cambiado y no sé puede decir que para peor. Espartero proponía como solución al problema catalán bombardear Barcelona cada 50 años. Sin embargo, el exJemad de Zapatero-Chacón, fichado por Iglesias, se ha estrenado en la política diciendo que hay que ofrecerle a los catalanes «una propuesta que enamore».

Afortunadamente nada es igual que antes. En el año 1937, la propuesta de bombardear Roma, entonces la capital de la Italia fascista, en venganza por el asesinato de un piloto republicano arrojado sobre el Aeropuerto de Barajas con el cuerpo amputado, partió de Ignacio Hidalgo de Cisneros, militar y aviador también como Julio Rodríguez, y ministro del Aire con el socialista Indalecio Prieto durante la II República.

Establecer paralelismos cuesta más trabajo que rendirse a cualquier tipo de esperanza.