El poco respeto que nuestra clase dirigente demuestra por la figura del profesor es desolador. ¿La última ocurrencia? Vincular el salario con los resultados de los alumnos, que el nuevo ministro asegura que estudiará. Para implantar algo así, antes tendríamos que reformar de arriba a abajo todo el tinglado. Mi pesar crece cuando echo un vistazo a la legislación educativa y observo que en sólo 13 años, se han aprobado tres leyes (LOCE, LOE y LOMCE) que se nos vendieron como la solución definitiva. No lo fueron ni lo serán. Es otra cuita de la batalla política que mantienen el PP y PSOE, con las que han hundido este país. Cientos de páginas, en las que nuestros legisladores se han olvidado del pilar del proceso: el profesor. Sea por desprecio o incompetencia, tienen al docente en ángulo muerto.

Va siendo hora de acabar con la precariedad que sufre este colectivo. En especial, con aquellos que tratan de convertir su vocación en profesión. Y todo, porque seguimos con unas oposiciones anticuadas y oxidadas, que han hecho de la chapuza la norma y que sólo benefician a las academias, que llenan sus bolsillos a costa de la ilusión de los aspirantes para los que aprobar no garantiza nada. Si lo consigues y tienes suerte, tu nota te permitirá formar parte de ese colectivo de interinos que cambian de residencia cada pocas semanas cubriendo bajas. Algo no funciona cuando esta bolsa crece descontrolada por la escasez de plazas ofertadas -en 2016, apenas son 2.100 en Secundaria-. Estas vacantes se reparten en decenas de tribunales de toda Andalucía de modo aleatorio. Esto provoca situaciones esperpénticas. Por ejemplo, con los mismos méritos en el concurso, una nota de un 9 en un tribunal puede que no obtenga plaza y un 5,5 sí en otro. No estamos para arbitrariedades en una prueba que es la única oportunidad que tienen los interinos, algunos con más kilómetros recorridos que las sandalias de Kung Fu, para lograr la ansiada plaza fija. La frustración de la que les hablo la viví en 2008. Pese a aprobar la oposición con holgura, mi nota no cuenta desde 2010, ya que caduca. Cualquier aprobado desde entonces estará por delante, independientemente de cual sea la puntuación obtenida.

Respecto a la prueba, es curioso que con tantos centros TIC, un opositor sólo pueda utilizar la pizarra y un guión de un folio en la prueba oral. Ni se te ocurra presentar material audiovisual en ese examen. La extinción del ridículo CAP sólo será un brindis al sol si no reformamos el sistema de acceso de nuestros docentes. Parece que la idea de crear un MIR educativo ha sido rescatada del cajón del olvido esta campaña por Ciudadanos y el PSOE, una propuesta que aplaudo y espero que cristalice.