La provincia de Málaga tiene que independizarse. No necesitamos al opresor Estado español para nada. Gracias a nuestra tasa de empleo y la importancia del sector industrial en nuestra provincia, Málaga se convertiría rápidamente en un polo de desarrollo. La república malacitana sería la envidia del capitalismo puro porque, como ahora mismo, las injerencias del sector público serían casi inexistentes. De ahí que si Málaga se convirtiera en un cantón nadie querría trincar de la Administración, porque eso no se lleva en los estados libres.

Hay otro asunto. Igual que ocurre con otros territorios que quieren independizarse, al pueblo habría que transmitir el ilusionante mensaje de que el Málaga Club de Fútbol jugaría una liga propia con enjundia: el Vélez, El Palo, Huelin... Una importante liga de fútbol profesional. El Unicaja, claro, jugaría la Euroliga al proclamarse anualmente campeón de la liga local. ¡Adiós problema!

Y, ¿quién necesita a la Unión Europea? Si nos quieren, bien. Si no nos quieren haremos un corte de mangas a Bruselas desde todas nuestras playas certificadas con la P de calidad. P de perita. Porque nuestras playas urbanas son las mejores del mundo, resisten temporales y la calidad de su arena es la envidia de cualquier solar abandonado.

En definitiva, Málaga tiene todo para convertirse en la envidia de las nuevas naciones emergentes. Igual que Cataluña, tenemos unos políticos de altura, incluso uno -en nuestro caso una- con gafas llamativas, también tenemos fuerzas de colores que hablan mucho con ocurrencias y desconocimiento... Vaya, que tenemos una plantilla para que Málaga, si se independiza de España, sea un país para no aburrirse.