El 15 de mayo de 1929 fue fecha histórica para el fútbol español por su victoria y para Inglaterra, por su derrota, la primera que sufrió fuera del Reino Unido. Ambas selecciones llegaron al desaparecido Estadio Metropolitano en el que jugaba el Athletic de Madrid, entonces no era Atlético, con recientes victorias.

Para España el reto era más importante. Llegó con la gran euforia que había producido su delantero centro, Gaspar Rubio, el genio de la época injustamente olvidado hoy. Gracias a él, aquél día, además de victoria extraordinaria nacieron las primas. Fue la primera vez que la Federación Española premió a los vencedores. Y fue Gaspar Rubio quien creó la costumbre.

España llegó al Metropolitano tras dos extraordinarias victorias. Venció a Portugal por 5-0 y a Francia por 8-1. Contra los portugueses Gaspar Rubio marcó tres goles y por el sistema británico, tres dianas consecutivas, sin otra por medio, consiguió el hat trick. Contra Francia volvió a ser el eficaz delantero que pasó a la historia como El Rey Gaspar, El Mago Gaspar y el Rey del astrágalo, lesión desconocida en la época hasta que el doctor que le atendía encontró en tal hueso la razón de la dolencia.

Gaspar le marcó cuatro tantos a Francia pero no hubo tres consecutivos. Inglaterra había vencido a Bélgica 1-5 y a Francia 1-4. Con tales antecedentes los españoles pretendían vencer a quienes eran considerados invencibles y los ingleses no tenían otro objetivo que continuar invictos.

El partido tuvo prolegómenos desconocidos en la época. En las gradas, una de ellas totalmente de pie porque era un montículo, hubo 35.000 espectadores, cifra extraordinaria para los tiempos. La animación en las taquillas fue inmediata. Los aficionados se dieron prisa para adquirir las localidades.

Gaspar Rubio era hombre inteligente y sabía cuál era su real poder en aquellos momentos en que formaba parte del Real Madrid. Su biografía está repleta de anécdotas. Visto su éxito como goleador y los deseos que existían para vencer a Inglaterra se plantó ante el presidente de la Federación Española de Fútbol, Pedro Díaz de Ribera y Figueroa y le propuso el plan para ganar a los ingleses. Consistía en que le diera diez duros por cada gol que marcara y se comprometió a que sería más de uno. Los dirigentes conocían de sobra al jugador y aceptaron la propuesta pensando que la derrota sería menos humillante.

El equipo lo formaron Zamora, Quesada, Quincoces; Prat, Marculeta, Peña; Lazcano, Goiburu, Gaspar Rubio, Padrón y Bosch.

Los goles comenzaron por el bando británico con Bradford y Carter. Luego marcaron Gaspar Rubio, Lazcano, de nuevo Carter, otra vez Rubio y Goiburu en el minuto 82. La victoria fue celebrada por el público que acabó invadiendo el terreno de juego. Los dirigentes pagaron la prima a Gaspar, pero luego corrió la voz de que existían tales premios y no hubo más remedio que comenzar a premiar a todos los jugadores.

Dramático para las arcas federativas fue el partido contra Bulgaria que acabó 13-0.

Gaspar llegó a Madrid con boina y gabardina hasta los pies. Lo presentaron a los críticos de la época en la cafetería Riesgo, lugar de encuentro de artistas, políticos y toreros y de la que Juan Belmonte sacó en su coche a Indalecio Prieto y le libró de la cárcel porque era perseguido.

Tomaron a broma al recién llegado y éste tuvo la osadía de decir que era como Samitier, pero mejor. En un partido de Copa en Chamartín tuvo un tropiezo con un jugador del Arenas de Guecho, que resultó lesionado y de Bilbao le llegaron amenazas de todo tipo. Gaspar le dijo al entrenador que no quería ir al encuentro de vuelta porque le esperaban y le habían anunciado que lo desgraciarían.

Convenció a los directivos con el argumento de que saldría a jugar, pero en cuanto metiera un gol se haría el lesionado y lo sacarían del campo en un coche y a toda velocidad hacia Madrid. Marcó el gol y se cambio de ropa en el automóvil. No pudo haber venganza.

Gaspar Rubio Meliá, nacido en Serra (Valencia) fue auténtico genio a pesar de sus inesperadas reacciones que le permitieron pasar por tantos equipos que su memoria está en muchos vestuarios. Jugó en los equipos Noya, Reus, Sport de Gracia, Levante, Real Madrid, Juventud de La Habana, España de México, Racing de Madrid, Athletic de Madrid, Nacional de Madrid, Valencia, Levante, Granada y Murcia. Durante la Guerra Civil jugó en el Levante y fue campeón de Copa en la edición de la España Libre en 1937.

Con la selección española jugó cuatro partidos y marcó nueve goles. Un genio injustamente olvidado.