La guerra que ha declarado a Occidente el ahora llamado ISIS (nombre que me parece abominable para el caso, pues la genuina Isis es identificable con Afrodita, diosa del amor), y que Occidente a su vez ha declarado al ISIS, es tan espantosa como todas las guerras, y, en el fondo, tan consustancial como las demás a la condición humana, cuya historia desde que la humanidad tiene historia es la de las guerras. Hay que seguir cantando que la condición humana es otra cosa, por mantener en el aire la esperanza, pero hoy por hoy no lo es. A veces la guerra está lejos -lo cual, por humanitarios que nos sintamos, siempre es mejor que cuando está cerca- y otras aunque esté lejos se nos acerca a ratos, y entonces, como ahora, nos convertimos de pronto en población civil. Con todo, las peores guerras son aquellas en las que uno no sabe bien por qué guerrea, y ésta al menos no parece ser de esas.