Me agrada que Andalucía sea determinante en quien será presidente del Gobierno después del 20D. Lo ha sido en el pasado y ahora con el fraccionamiento del voto que se aventura en las encuestas, lo será mucho más. De los 351 diputados del Congreso, 61 son andaluces, nada menos que el 18% de la totalidad de la Cámara, por tanto no debe extrañar que los partidos hayan marcado en rojo su presencia en nuestra tierra. Hay un punto de partida nada desdeñable: desde siempre ha sido el granero socialista, salvo en las pasadas elecciones cuando el PP reventó las urnas y en Andalucía de los 60 diputados elegibles (ahora serán 61 por el incremento de uno en Málaga) obtuvo nada menos que 33, dejando a los socialistas en tan sólo 25, un varapalo que el Partido Socialista tardó en digerir hasta que ganó las elecciones autonómicas y locales últimas. Ahora parece que se pueden volver las tornas y ser el Partido Socialista el más votado con un descenso muy notorio del PP andaluz, al que le vaticinan una pérdida de hasta 12 diputados a tenor de la media ponderada de las encuestas conocidas. Los socialistas tienen un plus en Andalucía con la potente presencia de la presidenta Susana Díaz, mientras que el PP andaluz sigue, como Diógenes, buscando al hombre, ya que Moreno Bonilla es un perdedor nato, Podemos se enreda en los laberintos por haber perdido su ADN y tal cual partido propio de la casta hace uso del dedazo (el de Pablo Iglesias) como nueva y moderna marca democrática mientras que Ciudadanos se la juega con la única carta de un liderazgo superlativo, el de Rivera. Todos ellos deberían saber que Andalucía no se vende por un plato de lentejas y mandó al destierro del poder a la UCD, el partido que quiso humillar a esta tierra sin conseguirlo.

No sorprende, pues, que los líderes de los principales partidos ya tengan entre ceja y ceja el granero del voto andaluz y el arranque de la campaña traerá a nuestra tierra a Pedro Sánchez (Málaga), Rajoy (Sevilla) y Pablo Iglesias (Cádiz) y es de suponer que el hiperactivo Albert Rivera lo haga en los primeros días, gracias a su reconocido don de la ubicuidad.

Desconozco cómo los andaluces acogerán la romería de políticos pero muchos los recibirán con visible sorpresa y ojos como platos. Históricamente Andalucía ha sido maltratada, cuando no humillada, vejada y olvidada por el poder central y tan sólo en democracia cuando Andalucía se levantó en armas políticas, conquistando plazas, caminos y pueblos para darnos un estatuto conseguido por la fuerza de todo un pueblo, se nos empezó a tenernos en cuenta y no siempre en justicia y de forma solidaria. Despeñaperros ha sido el costurón que nos separaba de España y ahora se lo quieren saltar, de forma interesada, quienes no han hecho nada o muy poco por Andalucía, en todo caso favorecer su marginación. El pueblo andaluz, con la sabiduría natural de quien a diario tiene que separar la paja del trigo, sabrá quién o quiénes no merecen ni tan siquiera el beneficio de la duda y no les voten.

P.D. (1) Mariano Rajoy huye de los debates como los gatos del agua caliente porque no quiere exponerse a que le restrieguen por la cara la cosecha de corrupción que corroe a su partido y a máximos dirigentes del Partido Popular, donde no se libra ni el apuntador (tres tesoreros).

(2) De cachondeo escribí que a Rajoy y a Sánchez tan sólo les quedaba darse una vuelta por el programa de Bertín Osborne. No sé si me han hecho caso, algo que dudo, pero Sánchez ya ha estado y la semana que viene lo hará Rajoy. Un pantallazo vale más que cien mítines.

(3) Fátima Báñez, de romería al Rocío. Pedirá a la Blanca Paloma salvación para Abengoa. Para empezar que Felipe Benjumea, su hasta ahora presidente, devuelva los doce millones de euros recibidos por su mala gestión.

(4) Rajoy tiene su alter ego en la viceparatodo Soraya Sáenz de Santamaría. Al presidente del Gobierno le va mejor pasear su triste figura por programas deportivos con palpable demostración de que es lo suyo. Lo menos que le han dicho: escapismo, escamoteo, saboteador de la política. ¿Hay quien dé más? Rajoy en pura esencia.

(5) Con Rivera hasta en la sopa. Y se repite como el apio o mala digestión de un potaje de habichuelas. Demasiadas flatulencias de quien pretende liderar la derecha española.