Tenía que ser en Cádiz, es lo que lleva diciendo todo el mundo desde aproximadamente las diez y media de la noche del miércoles. Cachondeo en la grada, más aún en las redes y un nuevo ridículo burocrático más del Real Madrid en este año a pesar de la victoria, predecible y esperada, sobre el césped del Ramón de Carranza. Este lapsus, esta cagada, no dejaría de ser una anécdota de no ser por quién lo comete y, sobre todo, por la pataleta y el bochornoso intento por evitar la eliminación y reconocer que, efectivamente, «la hemos cagado». Ya le pasó al Osasuna esta misma temporada, le pasó al Real Madrid de Valdano, a Valdano con el Valencia, y al Valencia de Benítez. Estas cosas pasan, y punto. Y el Cádiz está en octavos de final de la Copa del Rey, de momento, y punto. A pesar de Cheryshev, de Benítez y de Butragueño... y de Florentino Pérez. Si el bochorno de la noche del miércoles era grande -«No sabíamos nada», «El jugador no nos ha dicho nada»- el jueves ya era mayúsculo. Un sudoroso Florentino daba una lamentable rueda de prensa para reforzar un discurso insostenible y anunciaba que el Real Madrid recurrirá a cuantas instancias y tribunales hagan falta para evitar otra metedura de pata en los despachos del club que preside. Astuto el presidente. No se sabe si porque se ha creído de verdad ese calificativo de «ser superior» o porque ve que el verano que viene va a dejar de ocupar el sillón de la casa blanca. Tanto cuando se frustró el fichaje de De Gea, haciendo una ronda de entrevistas en las radios, como cuando la derrota con el Barcelona, con una rueda de prensa para refrendar a su entrenador, Florentino ha vuelto a dar la cara para que se la abofeteen, que para eso es él quien manda en el Real Madrid, a pesar del fax. Pero con dos posibilidades de recurso y tratándose de quien se trata, si yo tuviera el viaje a Madrid reservado para el partido de vuelta, de momento no anulaba la reserva. Ni siquiera por fax, de esos que nunca llegan.