Recuerdo en estos días oscuros --pues lo son tanto para París como para el resto del mundo civilizado- al maestro Michel Malherbe. Vigoroso en sus 85 años de edad, nos sigue sorprendiendo el lingüista e enciclopedista y además ilustre miembro del venerable Cuerpo de Ingenieros de Puentes y Calzadas de Francia. Es ésta una modélica institución al servicio del Estado francés desde su creación por el gran Colbert en 1669. Michel Malherbe, es también un gran «bourlingueur», un viajero incansable. Según mis noticias, sigue practicando el arte canónico del viaje como aventura por los cuatro puntos cardinales. En búsqueda de tesoros relacionados con las 3.000 lenguas en las que suelen comunicarse los sufridos habitantes de este convulso planeta.

Hace exactamente 20 años que el maestro publicó (Robert Laffont, 1995) su indispensable enciclopedia: Los lenguajes de la humanidad. Conseguí Les langages de l´humanité por un precio muy razonable en la sección de libros de ocasión de la librería Gibert Jeune, en la plaza parisina dedicada al arcángel San Miguel. Se convirtió este libro inmediatamente en un valioso vademécum. Es una obra de referencia muy consultada por un servidor de ustedes en la navegación, siempre grata, por los mares del conocimiento y el goce del milagro del lenguaje. «El alma y el regalo divino del lenguaje articulado», como nos decía George Bernard Shaw en Pygmalion.

Por el uso casi diario de este volumen de 1734 páginas me vi obligado hace algunos años a llevarlo al maestro encuadernador malagueño don Rafael Cómitre. Una vez más don Rafael y su familia hicieron el milagro. Algún día, cuando sea entregado este hermoso y rejuvenecido volumen a aquellos que deseen aceptarlo, sin duda podrán éstos confiar en que Les langages de l'humanité les dejará en muy buen lugar ante otras generaciones que todavía no han nacido.

En el prólogo de este libro, tan apasionante como el mejor «thriller», nos recuerda Michel Malherbe que los cromosomas de un idioma muchas veces no son fáciles de identificar. Por ejemplo, el idioma en el que su obra ha sido escrita, el francés, tuvo sus orígenes en el latín, la lengua del Imperio Romano. Mezclado con las que utilizaban los antiguos habitantes celtas de la Galia y sus herederos, los francos. Estas dos últimas lenguas desaparecieron hace siglos de la faz de la tierra. Pero sus cromosomas, como el rumor de un río lejano, siguen estando con nosotros.