Tiene el programa de Bertín Osborne, «En la tuya o en la mía» (La 1), una faceta de interés: la banda sonora. Suena mucha versión «afrancesada», pero el miércoles pasado, en un momento dado, saltaron las notas de «Wanderwall», de «Oasis». Eso pudo ser un generador de votos: ¡los hermanos Gallagher! poniendo ritmo a imágenes históricas del presidente; imágenes tan solemnes como su juramento durante la toma de posesión. Por cierto contó Rajoy cómo fue la decisión de Aznar: llamó a todos los posibles sucesores «a la vez» y les dijo que el elegido era él.

El presidente recordó su vida y obra en el programa a golpe de albariño y empanada con receta de su suegra. Algo vendió Rajoy ya que logró el récord de audiencia del programa (4,3 millones de espectadores, por 3,7 de Pedro Sánchez). Y algo perdió por ciertos comentarios de ambos que desvelan ciertos pensamientos ideológicos. Pero que cada cual sacuda por donde pueda, si puede.

En fin, en esto estamos, en el paseo de los políticos por los programas de tinte familiar para «rascar» votos. Es muy posible que hasta alguno de los comentarios que suenan y son machistoides (o de otro talante intolerable) también dé votos, que hay de todo en la «viña del votante».

El caso es que entre la citada empanada (la de comer), la charla de los orígenes (Rajoy se acordó de manera «difusa» de Gonzalo, un amigo de los cinco años que vivió en Oviedo) y que Bertín Osborne se enteró de que había AVE a León fue transcurriendo su charla-cachondeo.

Rajoy habló muy bien de Zapatero («tenía buenas notas», dijo), con lo que igual rasca algún voto «pijosocialista», que todo suma por muchas tonterías que se digan en estos «encuentros». El caso es que entre empanadas, jamón, vino y futbolín quedó el retrato del Rajoy, que se lanza de nuevo a por la presidencia y, de paso, a quedarse a comer cuatro años más en «la suya»; o sea, en Moncloa. Tiene un factor positivo: es del Madrid, aunque corre el riesgo de «palmar» por alineación indebida.