Un descenso brusco de presión siempre ocasiona tiempo borrascoso, y ésto podría llegar a pasar con el secesionismo catalán. No sólo está cayendo la presión desde que decidió dar el paso en falso de la «desconexión», sino que el descenso podría agudizarse fuertemente en las generales, en las que los partidos independentistas quedarán sólo algo por encima del 35 %, con riesgo de que uno de ellos, la antigua CiU, luego ya solo CDC, y ahora una extraña DiLl (Democracia i Llibretat), se quede casi en los huesos. Los unionistas empiezan a frotarse las manos, pero una gran frustración social suele acabar en tormenta eléctrica. Ahora sería el momento de que un federalismo casi confederal, enmarcado en una reforma de la Constitución, tomase un relevo confortable para todos, pero hace falta mucho sentido común y patriotismo -catalán y español- para levantar de forma creíble esa bandera.