El Gobierno ha conseguido finalmente llegar a la fecha electoral con unos datos de desempleo ligeramente inferiores a los que se encontró en 2011, aunque estos días, haciendo balance de la legislatura, son muchos los que le reprochan, y no faltos de razón, que los resultados son ciertamente nimios en relación a todos los recortes de derechos y salarios que nos ha dejado la reforma laboral. En Málaga, el paro bajó en estos cuatro años en casi el 60% de los 103 municipios que componen la provincia, con un descenso global de 9.800 desempleados. Lo malo es que sigue habiendo casi 185.000 parados, una absoluta barbaridad, y que la tasa de paro está en un estratosférico 28,9% en Málaga, sólo dos puntos por debajo de la finales de 2011. También hay que poner en el debe del Ejecutivo que la lista de parados sin protección sube: más de la mitad de ellos, unos 100.000, han agotado ya todas las coberturas disponibles sin haberse podido reenganchar al mercado laboral. Hay 15.000 ocupados más que hace cuatro años, sí, pero tirando de mucho autoempleo (autónomos) y, en el caso del empleo por cuenta ajena, con la precariedad laboral en cotas máximas. La inmensa mayoría de los contratos que se firman cada mes (alrededor del 95%) son temporales y el trabajo por horas ha ido ganando poco a poco terreno a la jornada completa. Se calcula que una cuarta parte de los asalariados malagueños trabaja a tiempo parcial, y muchos no por decisión propia sino porque las empresas no les ofrecen otra cosa. Ni hay aún suficiente confianza para ello ni el marco laboral en España está favoreciendo la contratación estable. Y una persona trabajando 15 o 20 horas a la semana deja de aparecer en las listas del paro, claro, pero otra cosa es que obtenga un salario razonable. Con este panorama, trabajar ya no garantiza subsistir, claman los sindicatos e instituciones como la propia Cáritas. El Colegio de Economistas cree que el gran fallo del Ejecutivo y su reforma es que nos ha hecho más competitivos a través de la rebaja de salarios, con puntos tan controvertidos como el descuelgue de convenios, mientras los empresarios aducen que sin la reforma todo hubiera sido mucho peor y que se habría destruido todavía más empleo. En fin, juzguen ustedes.