El terrorismo, los refugiados y la cumbre del clima han dejado en segundo plano otros acontecimientos que han tenido lugar estos días en un continente muy próximo y con el que tenemos comercio e inversiones muy importantes.

América Latina vive horas bajas tras una década con un crecimiento medio sostenido superior al 5%. Ese éxito económico redujo la pobreza y amplió las clases medias, aunque también disparara las desigualdades. Pero este año la economía latinoamericana se ha contraído un 0,2% lastrada por los problemas de Brasil, por la caída de los precios de las materias primas y por peores condiciones de liquidez internacional que no mejorarán con la prevista subida de los tipos de interés en los EEUU. La Fundación Getulio Vargas acaba de hacer publico un estudio que afirma que el clima de los negocios en el subcontinente es el peor desde que comenzara la crisis de 2008.

En Brasil, el gigante económico que albergará los Juegos Olímpicos de 2016, su economía se ha contraído un 4,5 % en 2015, la inflación ha alcanzado el 10%, el desempleo ha subido en un año del 4,8% al 9%, las exportaciones se han recortado un 13% y el país ha entrado en la peor recesión de las últimas décadas. El escándalo de corrupción que ha afectado la petrolera Petrobras ha tenido ramificaciones en la banca y en la construcción y ha costado por sí solo 2 puntos del PIB. A ello se añade una presidenta con una tasa de aprobación de apenas el 10% para la que algunos quieren abrir un proceso de destitución (impeachement) en el Parlamento. Parece que la maldición olímpica le ha llegado a Brasil con un año de adelanto aunque el mismo tamaño de su economía debería permitirle remontar este momento difícil.

Sin que quede claro si han ganado las derechas o las izquierdas en Guatemala tras una crisis política propiciada por el estallido de un caso de corrupción que implicaba al presidente, en dos grandes países de la región sudamericana han ganado las políticas conservadoras y las izquierdas solo se mantienen ya en Cuba, Nicaragua, Ecuador, Chile y Uruguay. Iguales vientos soplan en Francia, donde el Front National de Le Pen se ha convertido en la primera fuerza política.

Las derechas han ganado en Argentina aunque no lo tendrá fácil el nuevo presidente, el conservador Mauricio Macri, tras su apretada victoria contra Daniel Scioli, respaldado por Cristina Fernández de Kirchner y por un peronismo que tan difícil nos resulta entender a los europeos. Con Macri, Argentina inicia un cambio histórico que le aleja del populismo que tan desastroso ha sido para el pais y pone fin a doce años de kirchnerismo. Sin mayoría parlamentaria, Macri quiere darle un vuelco a la política económica acabando con el cepo al dólar (que limitaba la compra de divisas, las importaciones o el uso de tarjetas de crédito en el extranjero) y con el cambio paralelo, haciendo un Banco Central independiente, publicando las cuentas publicas y estadísticas veraces después de muchos años de falsearlas sistemáticamente. Con estas medidas Macri trata de atraer la inversión extranjera que Argentina necesita, mientras que en política exterior buscará apoyarse en Brasil para finalizar de una vez el acuerdo entre Mercosur y la UE y se alejará de amigos peligrosos de Cristina Kirchner como Irán. Hay que desearle suerte en su tarea de devolver seriedad a la política argentina porque el numerito que Cristina y él han montado en torno a la ceremonia de su toma de posesión es de comedia bufa.

Y también una coalición opositora de derechas, la Mesa de Unión Democrática (MUD) ha ganado en Venezuela a ese payaso que es Maduro. Un auténtico terremoto. Un caudillo menos en América Latina. Tras 17 años de desgobierno de Chavismo y Revolución Bolivariana, Venezuela es hoy el país con más homicidios del mundo, con una inflación estratosférica del 208% y una contracción del PIB de 9,2% este año. El cambio era imperativo. Para colmo, la falta de acuerdo en la última reunión de la OPEC ha dejado el precio del crudo venezolano en 34$ cuando lo necesita a 100$ para cuadrar las cuentas de una economía totalmente dependiente de los hidrocarburos. Venezuela está en la UVI y la paliza ha sido tan grande (dos millones de votos de diferencia) que Maduro no ha tenido más remedio que hacer de tripas corazón y reconocerla. El parlamento tiene 167 escaños y la oposición ha conseguido una abrumadora mayoría de 2/3 con los que puede hacerlo casi todo, incluidos nombrar jueces del Supremo, convocar referenda o emprender reformas constitucionales. Hasta censurar al propio Maduro. Lo primero que hará será poner en la calle a los presos políticos como Leopoldo López, que competirá con Henrique Capriles por la dirección de la oposición, cuyo principal reto a corto plazo será mantenerse unida durante la transición desde el populismo a la democracia. Ojalá lo hagan bien porque no faltarán quienes les pongan palos en las ruedas, entre otros los sectores chavistas afectados por el cambio y que están organizados en bandas paramilitares. Mucho dependerá también del papel que jueguen las Fuerzas Armadas y los servicios de Inteligencia, ambos con una enorme influencia cubana. Y Cuba, al igual que Nicaragua, va a quedarse de la noche a la mañana sin los 100.000 barriles de petróleo que le daba Caracas a cambio de médicos, maestros y otros asesores... Los enemigos no faltarán y ya han empezado a organizarse.

*Jorge Dezcállar es embajador de España en EEUU