Como jugamos a creernos que la crisis económica la trajo el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero podemos pasar a la pantalla siguiente y jugar a creernos que el gobierno popular de Mariano Rajoy nos está sacando de ella. Pero es un juego. Zapatero fue el único que negó la entrada de la crisis y Rajoy es el único que afirma su salida. De los más de 4 millones de parados, 2 millones son de larga duración. Muchos no volverán a trabajar. Decenas de miles agotaron todas las prestaciones y viven de salarios sociales. Ya no cuentan.

En España hay albricias si una persona de más de treinta años empieza a trabajar de becario o en prácticas. Fuera es distinto. Los chavales a los que el Estado español sufragó la carrera, la ejercen en el extranjero, normalmente en peores condiciones salariales que los naturales del país. Podemos vestirlo de globalizadora mundanidad porque llevan trolley en lugar de maleta de cartón pero lo que nos pasa no sucede en países que no fracasan: no les pasa a los alemanes, ni a los ingleses, ni a los nórdicos, ni a los franceses... Mientras tanto, para los menos preparados, España crea empleos con los que no se gana ni siquiera para vivir.

Debemos tanto como producimos y en cualquier momento podemos regresar a la economía de aventura de la alta prima de riesgo con su estrés continuado. No depende en absoluto de nosotros que no vaya a suceder. Una subida de tipos de interés en Estados Unidos, que dicen inminente, un cambio de la política del Banco Central Europeo, una subida del precio del petróleo, ahora está muy bajo, pueden cambiarlo todo.

Todavía caen empresas gigantes, todavía los bancos tienen mucho peligro en Latinoamérica, todavía no hemos encontrado qué ser después de las décadas de la construcción. Pero el fútbol, bien, han abierto un nuevo bar y acabo, que me faltan unas compras para Nochebuena.