Como era de esperar, Rafa Benítez ya camina por una fina cornisa. La continuidad del técnico en el banquillo del Real Madrid no parece asegurada tras el batacazo de Villarreal, con efectos más nocivos que otros tropezones anteriores. Incluso que la goleada del Barça. Existe la sensación en Valdebebas de que el Madrid ha arrojado la toalla en la lucha por el campeonato. Y en la búsqueda de culpables directos, Florentino Pérez ya señala a Benítez. La rutina exige al presidente actuar de esta manera.

Pero la raíz del problema parece superar al encargado del banquillo. Hace tiempo que el máximo mandatario blanco convive con problemas estructurales en su club. El primero, el más evidente y que le sitúa en el primer puesto de culpables, es el de la inexistencia de un proyecto deportivo. Florentino ha metido al Madrid en una ruta sin rumbo, un camino serpenteante de idas y venidas, de decisiones unipersonales y en el que se manifiesta poca coherencia para planificar un proyecto solvente.

La crítica encubierta de Manolo Sanchís, tras el error con Cheryshev en el partido de Copa del Rey en Cádiz de hace un par de semanas, quizás sea el comentario más acertado al respecto. En plena noche gaditana, con el escándalo navegando en las redes sociales, Sanchís (se habla que puede optar a la presidencia en un futuro) escribió lo siguiente en su cuenta de twitter: «En 18 años en el primer equipo del Madrid, nunca ha sido esta competencia del delegado del equipo. Para ello está la dirección deportiva». En el Madrid, sin director deportivo al uso, las decisiones en este ámbito son cosa del presidente. A él iba dirigido el dardo del excapitán merengue cuando se decidió a exponer su idea vía redes sociales.

El Madrid solo tiene el rumbo que impulsa Florentino Pérez cada verano. Por eso sitúa en su momento a Valdano como pararrayos. Para después entregar todo el poder a Mourinho. Y más tarde elegir a Ancelotti y ayudarle con insistentes recomendaciones. Ahora es Benítez el encargado de dirigir la nave. Mañana puede ser otro de cualquier perfil.

Pero el escenario post-Benítez sería aún menos halagüeño para el presidente merengue. Porque, ¿qué ocurrirá después? Si el técnico cae en plena temporada, el presidente puede arriesgarse a lanzar su apuesta de forma apresurada, sin los necesarios tiempos de cocción. Es la baza de Zinedine Zidane a la que se agarra Florentino Pérez para seguir presentándose ante los socios como la opción más ganadora entre los candidatos a posibles presidentes.

Pero Zidane no ha reunido aún los méritos suficientes como para presentarse como una alternativa sólida. Y en todo caso, el mal endémico del Madrid se mantendría inalterable esté o no el francés en el banquillo del primer equipo. Seguiría sin haber un patrón definido. La plantilla necesita medios centros, por ejemplo, pero está poblado de medias puntas emigrados. Ningún entrenador puede arreglar una planificación defectuosa. Ni Zidane ni ninguno otro.

La salud deportiva del Real Madrid pasa por un modelo concreto, una persona con libertad y poderes para llevarlo a cabo y entonces, solo con los primeros pasos dados, un entrenador que crea en el proyecto ideado desde los despachos de Concha Espina. Si el futuro no se orienta por esa vía, el futuro del Madrid seguirá ligado al arbitrio de su presidente.