Hace poco más de un año y ante la convulsión que vivía el país por mor fundamentalmente del paro y la corrupción, un líder nuevo y prácticamente desconocido como Pedro Sánchez y el auge de los llamados partidos emergentes, se reunieron en un club selecto de las afueras de Madrid, las llamadas (como diría mi inolvidable hermano, Juan Teba) clases establecidas. Empresarios, banqueros, un conocido periodista, jefe de prensa de una gran empresa y un solo político militante, en este caso, trimilitante: del PP, del Opus y miembro de la Justicia nombrado por el PP. Estos próceres de la patria estaban escandalizados de presenciar como un día si y el otro también, eran llevados por las fuerzas de seguridad a las comisarías, los juzgados o a la cárcel a políticos, empresarios, banqueros y demás malhechores.

Un reputado banquero se lamentaba de que por unos pocos delincuentes -refiriéndose a Bankia y otros- estemos todos en la picota y lo que es peor, «se pueda desestabilizar todo el sistema bancario español. Sumen ustedes el desprestigio que estamos sufriendo con las putas preferentes y las hipotecas». El presidente de un gran grupo de empresas dice que ante la gravedad de la situación urge pedir una reunión con Mariano Rajoy. El periodista traza un dibujo de la situación y sentencia que Rajoy está amortizado y no da la cara porque «deja que los problemas se arreglen solos o se olviden por aburrimiento, sin olvidar la responsabilidad judicial que pudiera derivar del caso Bárcenas». «No me jorobes Fernando, creo que hay que convencerlo para que dé la cara», replica el trimilitante, que considera fundamental contar con el apoyo del líder de la oposición, Pedro Sánchez.

El periodista en tono paternalista opina que «Pedro parece un buen tipo pero tiene el hándicap de que es nuevo, trabaja para ganarse el respeto de los ciudadanos y de parte de su propio partido, por ejemplo Andalucía, donde parece que Susana no termina de darle su apoyo, es más, si se lo propusiera podría arrebatarle la secretaría general».

Un empresario del sector de la energía se ofrece a contactar con la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría, con la que dice tener buena sintonía. «Es una mujer trabajadora y está liberando a Rajoy de muchos pufos».

La solución, apunta un magnate del ladrillo venido a mucho más que menos, es constituir una especie de gobierno de concentración donde estén todos los partidos y los agentes sociales.

«Esto es más de lo mismo, el problema no es meter a todas las gallinas en el gallinero, el asunto es quitar de en medio al zorro». El que hace esta contundente sentencia es un conocido lobo del IBEX 35, que antes de que nadie le replique expela: «¡Que gobiernen las niñas! Es lo mejor ante el panorama que trazáis. Si Mariano es incapaz, el del PSOE está verde, los bolivarianos ganando la calle, más desahucios, yayoflautas, perroflautas, Eres, Gürteles, púnicas y la guinda, Mas y los independentistas. O ponemos fin a esta situación o terminamos todos en las colas de Cáritas que parece es la única institución española que ayuda y goza de prestigio».

Es fácil suponer que a quien se refería este personaje con pinta de cesar romano era a la vicepresidenta del Gobierno y a la presidenta de la Junta de Andalucía.

No se sabe lo que deparará el resultado del 20-D pero parece claro que hay gente (incluso dentro del PP) enviando señales para que los ciudadanos percibamos que Rajoy puede estar amortizado. El protagonismo de la vicepresidenta en esta campaña, que algunos han bautizado como la operación menina, y los mensajes del PP apuntando a un pacto a la alemana con el PSOE pero sin Sánchez,"Susana tiene mejor visión de Estado", parecen confirmar que las clases establecidas siguen influyendo en el poder al margen de la voluntad popular expresada en las urnas.

Como solía decir mi amigo, el profesor Lorca Navarrete, ahora lo urgente es esperar.