Al concejal Julio Andrade Ruiz

Estimado señor, con estas breves notas pretendo aportarle algunos datos que reflejen la semblanza de doña Carmen Medina Guerrero, mujer ejemplar en todos los aspectos, para quien se solicita al excmo. Ayuntamiento de Málaga del que vd. es concejal, la dedicación de una calle, asunto que es un clamor entre las muchas personas que la conocieron en esta barriada malagueña de El Palo donde residió y desarrolló su actividad profesional.

Para redactar estas notas me he basado en las conversaciones que he mantenido con don Pedro Medina Guerrero y en algunos datos concretos que él me ha facilitado.

Doña Carmen Medina nació el 17 de noviembre de 1927 en la barriada de El Palo donde vivió hasta su muerte, ocurrida el 27 de febrero de 2015. Su relación tanto personal como profesional con las personas de esta barriada fue entrañable y de servicio en una entrega permanente y desinteresada. Por esta razón, cuantos la conocieron quieren mantener vivo su afecto hacia ella y rendirle homenaje dedicándole una calle, como avalan los folios de firmas de apoyo entregadas en su concejalía.

Cursó los estudios de practicante y, después, a continuación, los de comadrona a cuyo ejercicio dedicó su actividad profesional. Ella hubiera querido cursar los estudios de medicina pero dos circunstancias le fueron adversas y determinantes: la situación económica de su familia que no se lo permitía y el hecho de no existir la Facultad de Medicina en Málaga. No obstante, orientó sus estudios por este ámbito de la sanidad respondiendo al impulso de su vocación personal.

Cuando comenzó su trabajo, casi todas las embarazadas daban a luz en sus casas donde doña Carmen las atendía con solicitud y competencia en esos momentos tan felices como dolorosos. Está muy vivo en el recuerdo de cuantos se relacionaron con ella y, especialmente, como trabajadora de la sanidad, su don extraordinario para tratar con exquisitez a todas las personas al margen de su condición social, aunque profesó una ternura y especial atención a las señoras que dependían económicamente de "la mar", la de las playas de El Palo.

En consecuencia se entiende que, dada la gran popularidad y ante la idea de que se le pudiera dedicar una calle si la autoridad competente lo estimara oportuno, se repitan hasta la saciedad frases como «se lo merece, se lo merece».

Al quedar viuda y con una pensión muy limitada, se vio abocada a un trabajo más intenso y continuado para sacar adelante a su familia. Y siempre en silencio, sonriente, dispuesta a servir con toda su capacidad profesional a quien la necesitara, a cualquier hora y sin pereza. Si los pacientes que atendía como practicante o comadrona carecían de medios económicos, les prestaba sus servicios totalmente gratis. Así atendió a muchísimas personas sin llevar cuenta de a quiénes ni a cuántas siguiendo el dicho evangélico que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu mano derecha (Mt 6,3).

Doña Carmen Medina, además de la belleza y simpatía que siempre le acompañaron, ha tenido un gesto extraordinario que se mueve en el espacio del heroísmo, sólo un gesto: haber cumplido su tarea profesional y familiar con humildad, con total profesionalidad, entrega, generosidad, poniendo el alma en cuantos pasos daba, en cada persona que asistía porque el amor a los demás presidió toda su vida. En este sentido podemos afirmar sin la menor duda que sintonizó con los versos de Pemán en su Divino impaciente: Y no te olvides Javier/ no hay virtud más eminente/ que el hacer sencillamente/ lo que tenemos que hacer.

Se comprende que en El Palo y cuantos siendo de otros lugares la conocieron, la recuerden, le tengan un gran afecto, la sientan cercana y deseen para ella la dedicación de una calle en el callejero urbano de la barriada de El Palo en Málaga, si es posible.

Con afecto, agradecido por la atención que presta a este deseo de tantas personas de El Palo y esperando que llegue a buen término este proyecto de homenaje a doña Carmen Medina Guerrero, le saluda atentamente,

Antonio Santamaría Ruiz. Doctor en Filología Hispánica. Málaga