No sé si me lo parece solo a mí o ahora se envían menos christmas. Juraría que incluso por correo electrónico se envían menos. Bueno, para ser más exactos debería decir ´se reciben menos´. Tal vez sea una tendencia pasajera o la costumbre comienza a caer en cierto desuso. Antes las felicitaciones físicas en papel y online se contaban por centenares. Ahora por decenas. Pocas decenas. Claro que también puede ser que yo cada vez le importe a menos gente. O que la gente haya decidido ignorarme. O que, como he cambiado de correo electrónico recientemente (hace unos ocho años), muchas felicitaciones no me hayan llegado. A lo mejor he desaparecido o todo es una conspiración para que no me entere de que es Navidad. El hombre que ya no recibía christmas sería un gran título para un relato de Navidad. Podría comenzar: «El hombre que ya no recibía regalos se levantó tarde, hizo una sencilla operación con la calculadora y luego se afeitó los sobacos. Cargó el rifle, marcó el número de su contacto en Japón y sintió una leve punzada en el pecho. Llamaron a la puerta...

Bueno, no sé. No sé nada acerca de por qué no se envían tantas felicitaciones. Así que consulto con un compañero de oficina. Me dice que a él tampoco le envían muchas, pero que eso no le preocupa por que él no cree en la Navidad. Le pregunto a otro y no me contesta. Voy a repetirle la cuestión pero me doy cuenta de que no está. Su silla hace por contestarme pero no la entiendo y decido felicitarla: felices fiestas, silla, tú que estás ahí siempre presta a recibir un culo y una espalda cansada sin quejarte ni nada. Otro compañero me está enviando en ese momento una felicitación. Seguro que me ha leído el pensamiento. Prefiero que me lean los artículos a que me lean el pensamiento. No le veo ventajas a que te lean lo que piensas salvo cuando voy a un restaurante, que me ahorro la espera y me traen el filete con patatas sin tener que esperar. Una vez me leyeron en el pensamiento que no iba a dejar propina y me sirvieron frío el café. Les dejé propina. No, mejor dicho, los dejé desconcertados. Desde entonces me envían todas las navidades un christmas.