Si Montesquieu definió la política como el arte de besar manos que se desean ver cortadas estoy seguro de que las próximas semanas van a ser una orgia entre mancos. La torre de Babel ideológica ha tomado forma de circo de seis pistas y organizarlo va a requerir, como mínimo, tres requisitos en nuestros políticos: sentido de Estado, capacidad de negociación y altura de miras.

Según los sesudos analistas políticos el plazo para formar gobierno empieza el 13 de enero y tenemos dos meses justos para saber quién deberá guiar nuestros designios, lo cual debe ocurrir por tanto el 12 de marzo, que coincide exactamente con el trigésimo aniversario del referéndum sobre la permanencia desmilitarizada de España en la OTAN, momento de 1986 en el que un PSOE liderado por Felipe González cambió la reticencia inicial mostrada con anterioridad a su ingreso en la Alianza Atlántica y, haciendo un ejercicio de responsabilidad, solicitó el voto a favor del sí para beneficiar los intereses nacionales. Curiosidades de la Historia.

Ahora hagamos un ejercicio de imaginación y los que tengan edad o memoria comparen la catadura profesional de los contendientes de 1986 con los de ahora y malicien si en los próximos días vencerá el interés común o el asalto al sillón. Felipe González, Manuel Fraga, Adolfo Suarez, Miquel Roca y Gerardo Iglesias contra Pedro Sánchez, Mariano Rajoy, Albert Rivera, Artur Más y Pablo Iglesias. ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? No me contesten ahora, háganlo después de la publicidad.

Y es que la vida avanza que es una barbaridad. Los sistemas educativos, la ausencia de estímulos, la denostación de la meritocracia y la elevación a los altares de pendones televisivos son el sustrato donde tristemente germina hoy en día un alto porcentaje de la semilla democrática. Vergüenza da el video de jóvenes granadinos que bajo las luces navideñas se ríen por no saber qué es el sufragio universal. Vergüenza que, mucho me temo, encuentra eco en todas las plazas del país. Por suerte existe otra juventud, una que se parte el alma preparándose para un futuro a pesar del presente, una que no ha perdido la capacidad de sorprenderse y que todavía siembra para recoger. Una que se muestra inasequible al desaliento y ve en su voto un arma para mejorar las cosas y apuntalar los cimientos de lo que será el resto de su vida.

Habiendo pasado la publicidad tengo claro por mi parte que cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor, pero también reconozco que lo que nos espera no augura nada bueno si los protagonistas que nos han tocado en liza son los que son. Quizá deberíamos olvidarnos un poco de tanta ley D´Hont y fijarnos más en la ley del péndulo, aquella que establece que una oscilación en vaivén determina que a una acción corresponde una reacción contraria de fuerza equivalente, o lo que es lo mismo, nada permanece pero vuelve, y mientras tanto lo contrario cobra fuerza.

Estos días unos saborearán las mieles del éxito y otros añorarán tiempos mejores, pero ni unos ni otros, hagan lo que hagan, lograrán mantenerse por siempre. Por eso es vital que los políticos olviden sus circunstancias y acuerden que la decisión que se tome para fortalecer el país sea en beneficio de todos. Ya ocurrió hace 30 años. Puede que sólo así aceleremos el péndulo y los niñatos del video empiecen a preocuparse de su futuro y actúen en consecuencia.

Lo dicho, un circo de seis pistas. Y los leones del Congreso esperando domador.