«Está en la esencia de los símbolos ser simbólicos». Eso le escribió Jacques Vaché a André Bretón, y tal vez no se pueda ir más allá en la definición de símbolo. ¿Es el empate a 1515 en la asamblea de la CUP un símbolo del empate absoluto al que el soberanismo ha llevado a Catalunya, un país que venía simbolizando la mesura, la capacidad de pacto y el sentido práctico? Hasta ahora el símbolo de Catalunya era la bisagra, que ha permitido la gobernación de ese país y la gobernación de España, en varias ocasiones las dos cosas a la vez. Cuando una bisagra se encasquilla la puerta ni abre ni cierra, ni deja pasar ni evita la corriente. Ahora la bisagra encasquillada impide la gobernación de Catalunya y, a la vez, bien mirado, también la de España. Un símbolo muy claro de que las dos se necesitan para funcionar de forma acompasada, estable y sin rechinar, pero, ¿quién lee hoy los símbolos?