Todavía es posible visitar en las salas temporales del Museo Picasso Málaga la excelente exposición Picasso. Registros alemanes, cuando se ha inaugurado en el Museo Jorge Rando una muestra sobre el escultor expresionista germano Ernst Barlach, que constituye un interesante complemento a la anterior. Acudir a las respectivas sedes puede ser un efectivo método de escape de la vorágine navideña; en estos días propensos al exceso un poco de introspección con la excusa del mejor arte del siglo XX es recomendable y saludable. La exposición del MPM, como suele ser habitual en este centro, combina obras de primer orden de las vanguardias artísticas con un montaje exquisito y muy didáctico, a la vez que establece sugerentes relaciones con la figura de Picasso. La pinacoteca de calle San Agustín nos deslumbra una vez más, añadiendo otro hito a los protagonizados en temporadas anteriores a personajes como Ernst, Giacometti, o Lissitzky. Eso sí, al traspasar el umbral del museo en sentido inverso la multitud nos golpeará los sentidos, y nos devolverá bruscamente a la realidad; caminar sorteando mesas disipará todo misticismo de nuestras mentes.

Por cierto que, en materia cultural, mi deseo para 2016 es muy modesto, pues en principio se corresponde con una gracia ya otorgada de antemano; pero como estas cuestiones se saben cómo empiezan pero nunca cómo acaban yo lo pido igualmente. Quiero que el Museo de Málaga abra realmente sus puertas en 2016 en su flamante sede de la Aduana. El mejor museo en el mejor edificio, el museo que explica verdaderamente lo que somos. Por favor, no más aplazamientos; ha llovido mucho desde que esta ciudad se movilizó bajo la consigna «La Aduana para Málaga».