Un año más tengo el placer de poder hacer balance de lo que ha sido mi año en este rincón que me brindan los amigos del periódico. 2015 ha sido un año duro, un año donde he crecido mucho como persona y donde no he dejado de cumplir sueños que tenía pendientes de lograr. No todo ha sido bueno, ojalá hubiera sido así, pero de lo malo me quedo con lo mejor, porque cuando más se aprende es de las situaciones complicadas. Pero vamos a lo que vamos, a lo divertido, a lo deportivo.

Mi orgullo malaguista me obliga a tener que empezar estas líneas con un aplauso en pie. Qué manera de darle la vuelta a una situación más que complicada en un final de mes frenético. Tres victorias consecutivas dan la tranquilidad a la grada blanquiazul. Ante Rayo, Atlético y Levante el equipo ha demostrado tener muchas cosas que otros tantos pensábamos que no había en el vestuario. Orgullo, coraje, corazón. Ante los granotas, un golazo de Duda nos dio los tres puntos, pero de ese partido me quedo con el corazón inmenso del eterno capitán dedicándoselo a alguien que en estas fechas no lo está pasando bien. Los que conocemos a Tomás, para mí «Gurifriski», sabemos lo que significó ese detalle para él. Su papá empujó y fuimos 12. Gran final de 2015 para los de Gracia, que ya tienen en la plantilla a su fichaje de invierno, con su dorsal a la espalda y por nombre «Almondigón». Esa es nuestra estrella para el nuevo año.

Por otro lado, el Unicaja. Altos y bajos, bajos y altos, pero siempre da la cara y siempre se levanta cuando cae. Los de Plaza tienen la capacidad para hacernos sufrir y disfrutar a partes iguales, pero lógicamente los momentos de gozo merecen la pena vivirlos. Qué me gustó ver el Martín Carpena con un llenazo en el primer partido del Top 16 y mucho más me gustó la respuesta del equipo. Calidad hay de sobra, solamente hay que dejarse la vida en la pista por unos colores, por una ciudad y por una camiseta. No tengo dudas de que este año volveremos a vernos en una final nuevamente.

Aquí destaco un nombre. Alberto Díaz. Buen amigo, buen compañero y buena persona. Cortos se quedan los calificativos que se le puedan decir. Qué capacidad de sacrificio y de trabajo, cómo deseaba quedarse en Málaga, en el equipo de su tierra, para ganarse entrenamiento a entrenamiento unos «minutillos» en el fin de semana. Y tanto que se los ha ganado, que salió ante Darussafaka titular en la segunda fase de la Euroliga. Seguro que en Guindos hay muchos niños que sueñan con llegar a ser el «pelirrojo» dentro de algunos años.

Por último, me tengo que referir al Clínicas Rincón, ese equipo con el que disfruto del periodismo en una época donde la profesión está de capa caída. No solo disfruto de lo que me gusta, sino también de lo que me encanta, que es el baloncesto. Dar un paso atrás y decidir jugar la LEB Plata para muchos fue un atraso, pero los que vivimos el día a día de esos jugadores que defienden la camiseta en Torremolinos sabemos que es de los aciertos más importantes del año. Conseguir la permanencia en LEB Oro era una obligación a pesar de que se intuía ese cambio de categoría. Esos momentos con Richi Guillén a la cabeza en el vestuario celebrando algo que parecía imposible son recuerdos imborrables, incomparables. Qué sensación de haber trabajado hasta más no poder por vivir esos instantes conseguir quedarnos donde merecíamos por méritos propios. Este año, en Plata, deseo lo mismo que todo el equipo: que el baloncesto nos devuelva a unos play off, que volvamos a enganchar a la gente como aquel equipo que llenaba Guindos no hace muchos años con Pepe Pozas, Alberto Díaz, Dejan Todorovic o Luis Conde como estandartes de la cantera y con el «Abuelo» en el banquillo.