Da la impresión de que Maduro aún no está maduro para caer del árbol. Todas las revoluciones, aunque sean tan confusas y contradictorias como la «bolivariana», son así: una vez trastornados los mecanismos de la democracia convencional, e instauradas formas de supuesto «poder popular», una marcha atrás nunca es sencilla. En el fondo la prueba del algodón de la voluntad democrática de cualquier izquierda que se presente como radical es la aceptación clara de su disposición a que las transformaciones que pretenda impulsar sean reversibles, en función de la voluntad de los electores en sufragio universal, libre y secreto. La tarjeta de presentación de cualquier opción política que se anuncie como transformadora de las estructuras sociales y económicas debería ser una declaración de que las transformaciones no transformarán los elementos esenciales de la democracia realmente existente.