Año nuevo, vía nueva. El día 1 de enero, «La Presse» de Montreal, líder de la prensa francófona de Canadá y uno de los medios más antiguos del mundo (fue fundado en 1884), dejó de salir en papel por primera vez en su historia y será sustituido por una edición digital e interactiva, paralela a su portal de internet tradicional. El nuevo «La Presse +» para tabletas se sirve a través de una aplicación cuyo desarrollo ha costado la friolera de 40 millones de dólares. La renuncia no es total: habrá una publicación semanal los sábados que aún olerá a tinta como ha venido sucediendo durante 131 años, y que llegará a suscriptores y quioscos.

Los lectores de «La Presse+» no pagarán por ella. Sus editores están convencidos de que no hay que temer por la rentabilidad porque la publicidad aportará suficientes ingresos, una previsión harto optimista que sólo el tiempo validará o echará por tierra. Lo cierto es que «La Presse+» ha sido descargada por más de 490.000 usuarios desde 2013 y, según los editores, ya supone «cerca del 70% de los ingresos publicitarios totales» de «La Presse». Unas cifras que, por el momento, no son extrapolables al caso español, donde el papel aún sigue siendo el principal reclamo para la publicidad en los periódicos tradicionales.

Para justificar una decisión sin duda arriesgada, la empresa editora, a través de su presidente y director, Guy Crevier, explica que «La Presse+» es un medio de masas «con mejores resultados de audiencia que la edición impresa de ´La Presse´. Goza de niveles extremadamente altos de participación de los lectores, con una media de tiempo de visión de 40 minutos al día entre semana y 60 minutos los sábados». En las cabeceras españolas esa media se sitúa en 91 minutos al mes, según el último informe de la Asociación de Editores (Aede). «La Presse+», añade, está «rebajando la media de edad de sus lectores dentro del grupo de los de 25 a 54 años, que componen el 63% de su audiencia».

Otro dato que también se alimenta de un optimismo exacerbado es la intención de conservar intacta la redacción actual de 284 personas para satisfacer los nuevos hábitos de consumo, entre los cuales, y a tenor de la decisión de conservar una edición de fin de semana, aún sobrevive el deseo de muchos canadienses de leer informaciones en papel. El tiempo dirá si las entusiastas previsiones de los editores se corresponden con la realidad de unos tiempos imprevisibles, y si el audaz trasvase del papel al digital hace mella en lo que realmente importa a los lectores, sea cual sea el soporte por el que accede a la información: la calidad, el rigor, la independencia y el servicio público del buen periodismo.