La falta de dinero es el paraguas en el que se amparan todos los políticos cuando no quieren hacer algo. Pasa con el Hospital del Guadalhorce, con la extensión del Tren Litoral hasta Estepona -o por lo menos hasta Marbella- y con otros grandes proyectos muy necesarios para el crecimiento económico de la Costa del Sol. Y eso, claro está, también afecta a la Justicia. En las últimas elecciones, la única propuesta relativa a ese servicio público esencial la llevaba Ciudadanos: proponía la formación naranja eliminar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), órgano politizado donde los haya cuyos vocales se han convertido en una extensión de las formaciones con representación en el Parlamento. Pero, ¿han escuchado ustedes a alguien proponer un gran pacto por la Justicia, con un presupuesto que asegure una inversión sostenida durante varios años para sacar a los juzgados del secular atraso que sufren? Yo no. La Justicia es importante, porque resuelve los conflictos entre ciudadanos y porque, en el ámbito económico, hay miles de millones de euros retenidos esperando a que los jueces resuelvan los asuntos pendientes, algo complicado porque muchos de ellos tienen centenares de expedientes sobre sus mesas. Ahí tienen, por ejemplo, al Juzgado Mercantil número 1 de Málaga, el órgano más colapsado de España con diferencia, y de cuyas decisiones dependen centenares de empresas en la Costa del Sol para superar los concursos de acreedores y poder seguir creando actividad y manteniendo a sus trabajadores. Todo se parapeta bajo el argumento de «no hay dinero». Tampoco hay dinero para crear un tercer juzgado de lo Penal que enjuicie en Málaga los delitos relativos a violencia sobre la mujer, y, para enfado de los responsables judiciales de la provincia, se ha optado por especializar uno de los juzgados penales que ahora se ocupan de la materia genérica, lo que supone desvestir a un santo para vestir a otro. La solución ideal sería haber creado un tercer negociado en violencia de género, pero, ya saben, no hay dinero.

Claro que tal vez sea mucho pedirle a los políticos que se pongan de acuerdo en un gran pacto nacional por la Justicia cuando ni siquiera van a ser capaces de formar un gobierno en dos o tres meses, cuando ninguno de ellos es capaz de abandonar sus líneas rojas y hablar de las verdes, cuando lo único que importa es mantenerse en el poder y seguir dándole patadas al balón. Habrá elecciones y en la próxima campaña, tan cercana en el tiempo, tampoco nadie volverá a hablar de Justicia, porque a nadie le interesa salvo a los ciudadanos, que son los que tienen que esperar años y años a que se resuelvan sus pleitos.