Los gobiernos, sean del signo que sean, siempre tratan de llevar las estadísticas económicas a su terreno aunque para ello tengan que incurrir en ciertos olvidos e incongruencias. Las cifras del paro de cierre de 2015 conocidas el pasado martes son un buen ejemplo de ello. El PSOE, por ejemplo, mantiene a nivel nacional un discurso muy escéptico con el descenso general que ha experimentando el desempleo desde inicios de 2014, con criticas a la enorme precariedad que domina el mercado laboral. No se trata de una crítica para nada infundada, ojo. Más bien habría que decir que todo lo contrario a la vista de los contratos que se vienen firmando mes a mes, que en un 95% son temporales y que, en dos de cada tres casos, presentan una duración inicial inferior a un mes, un porcentaje once puntos superior al de antes del inicio de la crisis. Lo que no se entiende tanto en este caso es que el mismo día en que la secretaria general de Empleo del PSOE, Luz Rodríguez, lamentaba en Madrid la baja calidad del empleo generado y cargaba contra la reforma laboral del Gobierno, el consejero andaluz de Empleo, José Sánchez Maldonado, ensalzara en Málaga el descenso del paro que ha registrado Andalucía en 2015 y destacara a la región como el gran motor del crecimiento español. Si para los socialistas, el descenso de 354.000 personas que ha registrado España el pasado año no obedece a una recuperación real del empleo ni está afirmada en un empleo de calidad, ¿por qué la caída de 46.700 desempleados en Andalucía sí es celebrada por la Junta como un gran dato que revela el dinamismo de la región? En el lado contrario, sigue sorprendiendo el diagnóstico triunfalista que el presidente ahora en funciones, Mariano Rajoy, ha mantenido hasta el final de su mandato, a pesar de que sindicatos, economistas y empresarios recuerdan que la reactivación sigue cogida con alfileres. El paro en Málaga sigue en un estratosférico 28,9% y cada vez son más las personas que sólo consiguen trabajos a tiempo parcial, sin poder llegar a fin a mes. Dice Rajoy que cambiamos de tendencia, creamos empleo y salimos de la crisis, pero se guarda de reconocer que las condiciones de los nuevos trabajos son terriblemente inferiores a las de antaño.