Confusión, lío, embrollo, son palabras y situaciones desacreditadas, pero todo nace de lo informe (el hombre mismo, está escrito, de un barro primordial). Puede que a muchos les agobie el momento, con gobiernos en funciones en Madrid y Barcelona, la tensión independentista aún viva, perspectiva de nuevas elecciones y una ancha franja de electores -Podemos y sus franquicias- pendiente de instalarse o no en el sistema, pero bien mirado todo ello define una situación bastante llevadera, pues en esa misma confusión se han diluido no poco las grandes amenazas internas, que eran tanto la potencia insurreccional de la calle y el secesionismo catalán, como la cerrazón continuista de un sistema en parte agotado. Ahora del barro surgirán pronto o tarde un cambio y un nuevo equilibrio, pues el que paga manda, y el que paga es alguien tan poco amigo de rupturas como el elector-contribuyente.