l PSOE no acaba de tocar fondo, desorientado en la crisis económica y política, abandonado cada vez más por sus antiguos simpatizantes y sumido en conflictos internos de identidad y liderazgo. Parece un calco de la sombra del Pasok griego bajo el sol de Podemos. La tragedia del PSOE tras el 20 D es que haga lo que haga la decisión le perjudica.

?Lo mejor para el PP es la gran coalición con el PSOE y Ciudadanos, pero tampoco le van mal unas nuevas elecciones. En el fondo se cumpliría el deseo de Rajoy de que haya un sistema electoral a dos vueltas. La idea es que a la segunda vuelta concurran los dos partidos más votados en cada circunscripción. Esto no lo establece la actual ley electoral, pero posiblemente el electorado causaría ese mismo efecto de polarización. El voto de la derecha se orientaría a favor del PP, en perjuicio de Ciudadanos. El voto de la izquierda se concentraría también, pero no en torno al PSOE, pese a tener más escaños que Podemos, sino que este partido subiría, igualando e incluso superando al PSOE, relegado a tercera fuerza política. La brecha entre el PP y el PSOE se agrandaría aún más.

La alternativa de formar una gran coalición de izquierdas, a la portuguesa, es inviable y no sólo porque sería el camarote de los hermanos Marx convertido en puente de mando.

?Al PSOE no le conviene ir a unas nuevas elecciones y en eso cabe suponer que coinciden ambos dirigentes, pero cada uno con posiciones y razones distintas. En su estrategia de desplazar a Pedro Sánchez, al sector de Susana Díaz le interesa la abstención de los diputados socialistas en el proceso de investidura de Rajoy. El cálculo sería vender la imagen del PSOE como partido serio, que se sacrifica por la estabilidad de España, y alcanzar con Podemos acuerdos en leyes de contenido social que impondrían al gobierno en minoría de Rajoy. De paso, la actual presidenta de Andalucía ganaría tiempo para no dar la espantada en su región. Podría organizar con tranquilidad allí su relevo y el asalto a la Secretaría General del partido. Al mismo tiempo, confiarían en que Podemos comenzase a tener fisuras en sus compromisos electorales con los votantes y con las coaliciones concertadas en Galicia, Valencia y Cataluña. Sin embargo, a Sánchez la abstención en la investidura de Rajoy le perjudicaría. Su imagen se deterioraría al no votar su grupo en contra de quien él calificó con gran dureza en televisión como político indecente. Aparecería como el líder que permite con su silencio la continuidad del gobierno del PP; un líder débil, desautorizado y sin control sobre su partido. La abstención la patrimonializaría positivamente Susana Díaz a la espera de que Rajoy, harto de ser un Presidente cautivo de una mayoría parlamentaria hostil, decidiese en un par de años adelantar las elecciones. No obstante, habría que ver si esta opción beneficia la recuperación del PSOE o más bien la interpreta el electorado de izquierdas como una estrategia de lucha interna que, lejos de representar algo nuevo, expresa el deseo de retornar a la vieja política del bipartidismo y a su reparto del poder. Iglesias y Rivera lo resaltarían día tras día.

?En todo caso, la opción de la abstención juega en contra de Pedro Sánchez y de ahí que, descartada la idea de nuevas elecciones, su única baza consista en alcanzar un acuerdo con Podemos, Esquerra Republicana y otros grupos parlamentarios para ser investido presidente del Gobierno. Para ello tendría que traspasar aquella línea roja y no es descabellado pensar que decidiese proponer la posibilidad de un referéndum en Cataluña en unos términos y condiciones (exigencia de altos porcentajes de participación y de votos favorables) que garantizasen un no a la independencia y un apoyo a una reforma constitucional en sentido federal. Esto comportaría abrir un debate dentro del PSOE sobre la concepción socialista de la unidad de España, lo que causaría una importante división en su seno. Sin duda sería la señal definitiva para que Susana Díaz entrase en acción.

?Pedro Sánchez está en una huida hacia delante y entre sonrisas ha dejado cadáveres por el camino, sobre todo en Madrid. Con permiso del cantante Rubén Blades, a Pedro Navaja en las pasadas elecciones «lo vi pasar, con el tumbao que tienen los guapos al caminar». Acuchilló a Tomás Gómez, en prevención de malos resultados electorales, y a Carmona por obtenerlos, sin aplicarse él la misma medicina. Susana Díaz enseña estos días su revolver y lo guarda en su bolso «pa´ que no estorbe», pero Sánchez sabe que está en peligro. «Y Pedro Navaja puñal en mano le fue pa' encima,/ el diente de oro iba alumbrando toda la avenida,/ mientras reía el puñal hundía sin compasión/ cuando de pronto sonó un disparo como un cañón./ Y Pedro Navaja cayó en la acera mientras veía a esa mujer/que revolver en mano y de muerte herida a él le decía:/ Yo que pensaba hoy no es mi día, estoy sal'á,/ pero Pedro Navaja, tú estás peor, no estás en n'á». Pues eso, pura tragedia para el PSOE € y seguramente también para España, a la vista del batiburrillo ideológico de Podemos.

*Francisco J. Bastida es catedrático de Derecho Constitucional