A la Junta se le ha indigestado el guiso de La Cónsula. Un menú que ha cocinado la propia Administración regional a fuego lento. Lentísimo. Tanto que se le ha pegado en el fondo de la olla y ahora no hay quien se lo trague. El plato tenía todos los ingredientes para convertirse en un auténtico despropósito burocrático. Con su mal toque, ha echado a perder una receta propia de gourmets. De los más finos paladares. Digna de los más renombrados y reconocidos restaurantes. La escuela de hostelería de Málaga cuenta con el prestigio ganado a pulso por quienes durante este tiempo se han encargado de formar a distintas promociones de chefs y maitres que hoy triunfan. Estrellas Michelin que ahora tampoco se explican tanta incompetencia y que cargan directamente y sin tapujos contra Susana Díaz, quien, sin embargo, lejos de que se le ponga la cara como un tomate, se mantiene impasible.

La Junta, que demuestra que no llega ni a pinche novato, pasó la gestión y competencias de las escuelas de hostelería de Empleo a Educación. Y más adelante de Educación otra vez a Empleo, dejándolas en el limbo y sin terminar de rematar el traspaso. Y en el limbo aquí significa sin un euro. Sin pagar las facturas y las nóminas. Pero iniciando el curso y matriculando a nuevos alumnos, que no recibían, como es lógico en estas circunstancias, sus clases con normalidad.

Un mal menú suele acabar con un pésimo postre. Y este no ha podido ser peor: la interrupción del curso y el cierre de las instalaciones. El discurso de la Junta sigue inalterable: prosigue el proceso de integración de las escuelas en el SAE. Sin dar fecha, sin cumplir un solo plazo, sin abonar las nóminas (nueve sueldos pendientes), sin aportar alternativas más que los profesores sigan trabajando gratis y sin saber cuándo cobrarán, y sin que nadie haya tenido la decencia de dimitir por este desaguisado bochornoso. Cuánta bilis.

Porque el daño, señores de la Junta andaluza, ya está hecho. Un mal servicio, una mala comida, hace que un restaurante pierda clientes. Y ni con Chicote se recuperan. Esto sí que es una verdadera pesadilla en la cocina. Mal asunto. Malas decisiones. Patéticos gestores. Y demasiadas víctimas inocentes. Y encima Susana Díaz pretenderá que le dejen propina en las urnas...