Miguel Ángel Heredia repetirá como número tres (secretario general) del grupo socialista en el Congreso de los Diputados. Así lo decidió ayer la ejecutiva nacional de su formación. Se lo merece. Es un gran trabajador parlamentario. Es un gran trabajador, a secas. Digamos, que incluso le cuesta descansar y delegar. Tanto, que lo que podría ser una rica sinfonía de voces del socialismo malagueño se reduce a un dúo. Él y Francisco Conejo. Euforia en la cúpula malagueña del PSOE ayer de buena mañana. No pierden comba. Heredia seguirá en puesto privilegiado para trabajar (¿Y vigilar?) a Pedro Sánchez. Dado que cada vez que puede(n) proclaman su gran y encendida y prestísima lealtad y admiración a Susana Díaz cabe colegir que no siente lo mismo por Sánchez, siendo una verdad universalmente conocida que no se puede servir a dos amos a la vez. Y no estar loco. El secretario provincial de los socialistas malagueños tendrá como subordinada a Carme Chacón, dado que será secretaria general adjunta del grupo. Sería deseable que a Heredia no se le pegara el tono lastimero de Chacón, a la que adornan no pocas virtudes políticas pero que con demasiada frecuencia se distingue por un amagar y no dar, un sí pero no que resulta más exasperante que los trailers de algunas películas. Eso y un tono declarativo mediático parecido al de Calimero. Chacón pudo serlo todo en el socialismo español. Se ha quedado en contertulia de los Desayunos de TVE cuando no hay nadie a mano. Hasta con lo de Cataluña le han robado el protagonismo, y ahí está el gafirojo de Iceta hablando claro y sin malabarismos. Iceta es bailongo pero no baila la yenka clásica del PSC con el nacionalismo: dos pasitos adelante y uno hacia atrás. Va saliendo una crónica o columna como muy nacional o de Chacón, cuando lo que uno quería era glosar la ratificación administrativa de un paisano en una institución de gran calado e influencia y de carácter nacional. Para eso está el periodismo de provincias, para dar zurriagos o alegrarse cuando a los próceres del lugar les pasa algo. Claro que lo malo es que esto puede desembocar en otras elecciones y quedarse todo en nada y vuelta a empezar en un par o cuatro de meses. O tal vez la emoción esté precisamente en eso.