Años y cifras para comprender mejor el devenir por un mismo objetivo, la libertad. En 1966 un grupo de personalidades presidido por el fiscal Jiménez Villarejo fundaban el Ateneo de Málaga. Ese mismo año la participación en un referéndum en España daba muestras de que el franquismo, aunque aún resistiría casi una década más, empezaba a experimentar cansancio y transformación. A pesar de ello, el régimen llegó a alardear en una aritmética imposible de que hubo municipios donde votó Sí más del 100%. Algo parecido a lo del millón de españoles que se citaban en la plaza de Oriente para aclamar al caudillo, cuando según las leyes de la física, que no del Movimiento, allí no podrían estrujarse muchas más de 100.000 personas, aún invadiendo árboles y parterres.

El 50 aniversario del Ateneo de Málaga, cargado de actos, nos trajo anteayer las 333 historias de la Transición que el periodista Carlos Santos se ha empeñado en compilar, felizmente, para nuestra mejor comprensión del momento histórico que relata y del que estamos ahora viviendo.

En la portada del libro (333 historias de la Transición Ed. Esfera de los Libros) Sara Montiel y Francisco Umbral hablan en blanco y negro. Conocida la querencia por los amoríos, propios y ajenos, del autor de Mortal y Rosa, quizá hablaba con Sara en ese momento de su relación con Gary Cooper o con el Nobel de Medicina Severo Ochoa. También salen, jugando a las cartas en sepia, Adolfo Suárez y el propio autor, que parece mayor que ahora, con un bigote a lo Gerardo Iglesias. En la parte inferior izquierda, con la piel rosa, siempre color carne ensoñada, mira de frente la actriz Ágata Lys, hermosa y sexual embajadora de los llamados tiempos del «Destape» que hoy es una señora de 63 años de nombre Margarita García. Por último, ya en color, hay una peseta con el rostro de Franco en el reverso y una televisión con la imagen de Heidi, que parece querer salirse de la pantalla de la Transición.

El personaje infantil de la escritora suiza Juana Spyri mantuvo a las familias enteras los sábados al mediodía de los años 70 frente a los televisores (anchos como muebles, sobre los que se colocaban figuritas de Lladró o muñequitas de flamenca con traje de lunares). Mucho se fraguó en la Transición. Incluso Heidi, porque el ingeniero japonés Hayao Miyazaki, que andaba con otros animadores detrás de aquellos dibujos animados, obtendría en 2002 el primer y único Óscar a una película de animación por El viaje de Chihiro.

Carlos Santos hizo hincapié en la superación paulatina del miedo a pesar de los asesinatos fascistas que salpicaron la Transición, hasta el del pobre Caparrós aquel 4 de diciembre de 1977 en Málaga, y los de ETA que no cesaron hasta mucho más tarde. En su charla estuvo tierno, apasionado y libre, con canciones de fondo como el Cara al sol, Al vent, Libertad sin ira, Enamorado de la moda juvenil, La murga de los currelantes… Advirtió, aunque la apuesta por la Cultura en los años 80 se ha quedado hoy en una entrega al consumismo, que en nuestra mano está, como lo estuvo en la de tantos millones de españoles que hicieron la Transición, hacer que el futuro sea mejor y sea nuestro. Y pasamos un rato formidable…