Si tuviera que dar un consejo a alguien que llega a una empresa nueva le diría: hazte imprescindible. Es verdad que el cementerio está lleno de gente imprescindible, pero mientras estás vivo, en una empresa cuanto más esencial sean tus funciones, mejor. Cuando Susana Díaz estuvo buscando apoyos para obtener la presidencia de la Junta de Andalucía, el gobierno continuó, muchos funcionarios decían que se podía vivir perfectamente sin gobierno. Algo parecido he oído en otros gobiernos locales y resulta que en la nación podemos vernos abocados a un largo periodo sin ejecutivo. Y no pasa nada porque realmente no son imprescindibles, o no lo suficiente como para que se note. No quiero decir que no sirvan para nada pero es cierto que muchas veces lo que hacen los políticos es enfocar hacia un sitio o hacia otro, pero la maquinaria sigue moviéndose. En el Ayuntamiento de Málaga algunos directores de distrito han dejado de existir. En virtud del pacto con Ciudadanos el PP ha tenido que sustituir a algunos de los que venían haciendo esa función por funcionarios. ¿Será mejor esta opción? Pues depende. Empezaron por ofrecerlo a funcionarios de alto nivel, nadie quiso el cambio: menos remuneración, más carga de trabajo y lidiar con asuntos técnicos y políticos, sabiendo que estos últimos no siempre siguen criterios racionales. Parece ser que aún no están todos asignados. Cambiar las personas no lo arregla todo, de hecho algunas personas que ya no estarán probablemente son muy eficientes e inmejorables, pero su puesto no era imprescindible, al menos no para el gobierno de la ciudad. Debemos quedarnos con los puestos imprescindibles y los que no, amortizarlos, y una vez hecho esto, que sean los mejores los de esos puestos. Si los puestos de directores de distrito siguen asignándose con el mismo criterio, aunque se den a funcionarios, si no se cambia su concepto seguirán siendo puestos prescindibles.