Pasamos el ecuador del primer mes de esta novel etapa y nos sumergimos en la tercera semana de enero con un inicio de la misma ceñido a la melancolía. El lunes 18, sin darnos apenas cuenta, transitamos «por el día más triste del año», conocido hace más de una década como Blue Monday, según una fórmula matemática enunciada por el investigador británico Cliff Arnall en la que incluye variables tales como el tiempo atmosférico, la deuda, el tiempo desde Navidad, los propósitos incumplidos, la motivación y la necesidad de hacer algo. Ya les digo, sin nuestro consentimiento, esta data afecta a un 15% de las personas, conduciéndoles a un ánimo más decaído, desanimado y a un planteamiento vital sombreado por una mayor desidia.

El nivel de desaliento siempre va a depender de la meteoro sensibilidad de cada sujeto, de su trastorno afectivo estacional relacionado con el clima: la luz del sol, viento, lluvia o temperatura, factores influyentes no determinantes en actitudes positivas pero sí en las negativas.

Si el profesor inglés aplicaba su formulación para tan solo un lunes, los profesores y alumnos de La Cónsula, La Fonda y el CIO de Mijas llevan meses tristes inmersos en un estado de impotencia, desesperanza y quebranto constante. La concentración en la plaza de la Constitución de casi un millar de malagueños solicitando una solución urgente a esta sinrazón burocrática-administrativa hace reflexionar sobre las movilizaciones en defensa de estas entidades, las cuales han contribuido con una muy alta nota a aumentar el grado de creatividad, profesionalidad y éxito en el sector de la hostelería, ascendiendo a la gastronomía de nuestra provincia al universo Michelin. Dichas escuelas de renombre no pueden estar abocadas a esta parálisis por falta de eficiencia en la gestión política. «Cada solución da pie a una nueva pregunta», dice David Hume. Comiencen a plantearla.