Hace un tiempo que las noticias informativas de relieve relacionadas con el mundo del deporte nos hablan del escándalo del dopaje masivo en Rusia, de los presuntos amaños en el tenis, en el fútbol... El deporte que nació como espacio de ocio y diversión, como fuente de salud, destacó en la formación de generaciones jóvenes por sus valores de generosidad, esfuerzo, solidaridad y un largo etcétera positivo.

¿Qué ha pasado? ¿Qué está pasando en la actualidad? ¿Qué mensaje estamos transmitiendo a los jóvenes ya bastante desmotivados por su futuro profesional cada vez más incierto al que se añade que para triunfar en la vida hay que acudir a las trampas? ¿Cómo les explicamos que el sacrificio y el esfuerzo sólo son palabras de otras generaciones?

¿Realmente el dinero es el único dios verdadero y la gloria es el único precio importante olvidando a qué precio se consigue? ¿Qué mundo estamos dejando a nuestros hijos?

Enorme responsabilidad la que recae en padres y educadores para transmitir los valores tradicionales como fundamentales en la formación de nuestros hijos. Me enseñaron que fui un afortunado porque nada en la vida me ha sido fácil. La satisfacción personal por el trabajo bien realizado es mucho más importante que muchos ceros en la cuenta bancaria.

Ojalá el nuevo tiempo nos traiga aires renovados y compromisos auténticos. Que los resultados deportivos sean fruto del trabajo, del compromiso, de la dedicación y el esfuerzo personal y colectivo. De verdad que esas son las medallas que importan.