En el pelotón del Tour de San Luis que se disputa en Argentina ruedan 28 equipos, siete de ellos del World Tour, la máxima categoría del ciclismo mundial, donde se mueven sueldos y presupuestos millonarios. Entre el mar de colores de la caravana ciclista las diferencias del mundo también se reflejan, subsisten corredores que ganan 40 dólares al mes. Los contrastes del pedal, las diferencias de la vida.

En la salida de El Durazno, donde el calor derretía el asfalto, los componentes del Movistar español y Cannondale estadounidense calentaban los músculos en modernos rodillos sobre bicicletas de 8.000 euros cada una. Los auxiliares al tanto de secar los ríos de sudor de Nairo Quintana o Andrew Talansky, las figuras de las citadas escuadras. Alta tecnología en los equipos de élite, cuyos presupuestos alcanzan los 30 millones de euros, como el caso de los superpoderosos Sky y Tinkoff, aunque la media del World Tour se puede establecer entre 10 y 15 millones.

Ciclistas a los que no les falta detalle y que viven por y para su profesión. Todos con el bolsillo bien cubierto, ya que el sueldo mínimo de los ciclistas del World Tour ronda los 60.000 euros, aunque las figuras, como Froome, Contador, Nibali o Quintana, están entre los tres y ocho millones de ficha.

A escasos 20 metros del Movistar, el equipo de Cuba espera sentado el aviso para salir en la crono. Por allí se ve poca fibra de carbono en las bicicletas. Cada uno se consigue la suya, y algunos, como José Mojica, tercero en la reciente Titan Tropic, se ha comprado de su bolsillo el maillot con los colores nacionales.

Aparentemente todos son iguales en la ruta. Hay que dar pedales, sí, pero la tecnología y medios entre unos y otros representa el día y la noche.

«En Cuba es muy difícil dedicarse a entrenar para luego competir una vez al año, pero una vez aquí habrá que dar pedales y demostrar que podemos estar delante. En la Titan lo di todo en cada etapa y aquí haré lo mismo», señala Mojica, profesor de escuela, residente en el Centro de Deportistas de la Habana y con un sueldo inconcebible entre todos los ciclistas que le rodean. «Mi sueldo es similar al de cualquier otro profesional en Cuba, gano 40 dólares al mes», dice Mojica, antes de explicar que también el casco y la bicicleta exigieron un esfuerzo de su bolsillo.

Mojica escucha lo que ganan sus compañeros de pelotón y arquea las cejas. «Ganan mucho dinero, normal, lo merecen. A todos nos gustaría estar en un equipo de esos. Para llegar ahí necesitamos un patrocinador que te vea y te contrate para poder participar en muchas pruebas y así mejorar nuestro nivel», dice.

El español Bingen Fernández, director del Cannondale estadounidense, equipo del World Tour, comenta que en su equipo cada corredor puede tener 4 ó 5 bicicletas, con diferentes tubulares según el terreno que esté previsto transitar y accesorios de todo tipo de última gama.

«Ellos tienen otro sistema, viven allí y tienen mucho mérito porque las piernas les duelen a todos igual y si te arranca uno no le miras el contrato. Una vez que sales es cuestión de dar pedales y de sufrir, y ellos lo hacen», explica.

Fernández observa que «mientras ellos van con el ciclismo de la vieja escuela nosotros evolucionamos en todos los sentidos, en la programación, entrenamientos, en tácticas... Me gustaría que pudieran absorber el conocimiento que tenemos nosotros. Sería cuestión de pasarles información y de que compitan para mejorar», señala.

Ramón Acosta, director técnico de la selección de Cuba, comenta el momento del ciclismo de su país y sus principales problemas. «El ciclismo cubano en ruta tiene el problema de que compite muy poco en el extranjero. Tenemos buenos atletas, pero no participamos, nos falta experiencia. Es un problema económico. Agradecemos a los organizadores cuando nos invitan a sus carreras».

Acosta espera que las recientes relaciones restablecidas entre Cuba y Estados permitan también la evolución del ciclismo cubano. «Actualmente se están dando pasos, como contratos con atletas nuestros en España. Siempre es bueno tener relaciones con los países, y en el caso de Estados Unidos es positivo para nuestro desarrollo».