Deberíamos inventar un día de la semana, uno nuevo, en el que estuvieran prohibidas las malas noticias. Una especie de domingo en el que no nos despertáramos, por ejemplo, con las declaraciones de Alfonso Sánchez, el director de Onda Madrid, que en una reunión dijo a sus trabajadores: «El modelo de radio que tenga que hacer me la suda». No ha abierto uno los ojos y ya está escuchando ordinarieces de ese tipo pronunciadas por un señor con estudios, cabe suponer. Se la sudaba el modelo de radio que dirigía (lo han expulsado) y que es, no por casualidad, la emisora autonómica menos escuchada del país: cuatro mil oyentes. Gente despistada que moviendo el dial para ir de un sitio a otro ha caído momentáneamente en esa empresa sin modelo. Y sin sindéresis, cabría añadir. Y no hemos abierto los ojos todavía. Un día de la semana, un solo día sin corrupciones ni declaraciones políticas. Un día en el que no apareciera la voz de Luis de Guindos confesando a un público sin móviles (o desmovilizado) que muchos miembros del Gobierno se enfadaron con él por sacar a la luz el asunto de las tarjetas de crédito negras de Rato y compañía. Le daban ganas a uno de apagar la radio y meterse en la cama otra vez, sobre todo cuando De Guindos añadió que los ministros le dieron una comida de desagravio a Rato, una comida con la que le vinieron a decir que fuera fuerte, como Bárcenas. Rodrigo, sé fuerte. Este suceso no ha provocado escándalo alguno porque tenemos la piel más gruesa que un cocodrilo, pero era como para que dimitieran en bloque los autores del homenaje antes de cortarse las venas en la intimidad. Por eso decimos que a la semana le falta un día, debería tener ocho, el octavo, encajado por ahí, entre el domingo y el lunes, para descansar. Porque a ver cómo nos reponemos del nuevo escándalo (el de Acuamed) o del informe anual de Oxfam Intermón sobre la desigualdad en el mundo (y en España por tanto), que los políticos deberían leer de rodillas y con los brazos en cruz. El mundo está hecho trizas todos y cada uno de los días de la semana, todos y cada uno de los días del mes, del año, del lustro, etcétera, pero no hacemos nada para que cambie, nos movemos más bien para que descambie. Rodrigo, sé fuerte, etcétera.