Atontado por la dislexia permanente a la que le somete Ciudadanos, el PP y el Ayuntamiento acaban de incurrir en el dislate. A un lumbreras, en este caso manirroto y de la oposición, o lo que es peor, joven y no alienado y políticamente sin evangelizar, se le ha ocurrido de nuevo agarrar el solar andrajoso de los terrenos de Repsol y hacer con ello un parque. La noticia debe de haberse colado como un huracán con ligueros por la muy casta -o más bien cástula- y adoquinada Gerencia de Urbanismo. «¿Un parque? ¿Con flores y eso? Qué insensatez. Vaya usted a lo de Paco y que siga con lo de las torres». Para el equipo de gobierno, el distrito de Carretera de Cádiz, tan denso y tan de empanada desarrollista, no se puede permitir el lujo de abdicar del ladrillo y airearse siquiera un poco con arbolitos y demás emblemas de la cursilería; eso es alemán, antiespañol y probablemente de coalición potencial con Pablo Iglesias. Mejor, mucho mejor, acompañarlo de bloques . Si la gerencia fuese un escritor está claro que tendría prosa de notario; plúmbea, sin lirismo ni concesiones; toda una firma de autor, a menudo incomprensible. De todos los ayuntamientos que conozco éste es sin duda el que tiene el concepto más original de lo que es una plaza: un espacio sospechosamente parecido a una maqueta, con ese estilo impersonal y sin chispa que distingue a los malos alumnos de primero de arquitectura, y en el que apenas hay vegetación y, mucho menos, bancos. He aquí el prodigio fenomenólogico: en el centro hay muchas plazas reformadas con dinero público en la que es imposible sentarte tranquilamente a la fresca sin pagar peaje. Pronto veremos a los ancianos, los niños y los flaneur derramados en las fuentes o encima de la paloma del gran Pérez Estrada. Y para rematarlo, con tanta solana y tanto árbol pelado, llegan en el Ayuntamiento, que son unos cachondos, y proponen a Málaga como capital verde de Europa. ¿No será por lo de las suecas y las manos iluminadas de Alfredo Landa? A los defensores del proyecto habría que recordarles que una mediana con parterre no significa necesariamente un parque y que las ciudades, como los seres humanos y la actualidad, también precisa de zonas donde la respiración no se venda tan cara ni tan tumultuosa. Ahora bien, para eso se requiere un concepto claro del espacio público, justamente lo que aquí se escamotea. Al menos que se entienda por verde, que todo puede ser, una silla de plástico de San Miguel en la que son de pago hasta las gracias.