La retahíla de despropósitos con los que, representantes del Gobierno de la Junta de Andalucía, nos vienen obsequiando con la, ya manida, auditoría necesaria para dar una solución definitiva a las escuelas de La Cónsula y La Fonda, alcanza su grado sumo (por ahora) con las declaraciones, el pasado 14 de enero, del Sr. consejero de Turismo, en su visita a Málaga y, contestando a profesionales de los medios, en relación a cómo puede compaginarse la excelencia, de la que hacemos gala en Fitur, con el cierre de las escuelas de La Cónsula y La Fonda, despacha la cuestión el consejero con: «La Junta tiene voluntad de solucionar la situación», para rematar con toda impudicia: «…creo que no todos los profesionales salen de La Cónsula y de La Fonda. Tenemos muchos que salen de un sistema de formación» (sic).

¡Bravo, Sr. consejero! Ahora va usted, se planta ante los más de cien alumnos de sendas escuelas y se lo repite. Dígales que no importa que hayan puesto todas sus ilusiones en la tarea de formarse, durante dos años, como excelentes profesionales, donde la excelencia es santo y seña de estas escuelas, no porque usted lo diga, lo crea o no, sino porque así viene siendo desde que en diciembre de 1993 y mayo de 1994 abrieron, respectivamente, sus puertas, La Cónsula y La Fonda; posibilitando desde entonces que casi dos mil alumnos hayan demostrado su solvencia profesional tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.

Dígales también a aquellos que se desplazaron desde diversos puntos de nuestro país y soportan vivir de alquiler, que no importa, que usted tiene la «voluntad» de solucionar la situación.

Se le olvida al Sr. consejero que fue elegido primero, y formó parte de un gobierno después, para conocer la realidad social y muy especialmente los de su consejería, gestionar de manera eficiente los problemas que surjan y, muy importante, ni diluirlos o, como es el caso, agrandarlos.

No le pagamos, Sr. consejero, un suntuoso sueldo para que tenga voluntad. A la voluntad, que nunca es mala, habría que añadirle el cumplimiento de los compromisos - y los de la Sra. presidenta- y que solucione esta desgraciada situación, a la que ustedes nos han abocado, y que dura más de un año.

No, Sr. consejero. La voluntad, además de definir las ganas o el deseo de hacer algo, también define la facultad de decidir y ordenar la propia conducta, así como, también expresa el libre albedrío o la libre determinación del individuo y, usted, Sr. consejero, ni decide ni determina nada.

Me da la impresión de que el Sr. consejero lo que quiere es no decirnos nada. Simplemente, como otras y otros anteriormente, tiran del manoseado y despreciable argumentario «político» que toca. Lástima que así sea, ya que los argumentarios lejos de solucionar los problemas suelen empeorarlos, más aún si tenemos en cuenta la retranca que rezumaba la alusión a los profesionales egresados del sistema de formación. Obviamente, Sr. consejero; claro que no todos los profesionales salen de La Cónsula y La Fonda, es más, algunos ni pasaron por escuelas de cocina, ni pasaron el calvario que están pasando los alumnos de aquellas; pero esto es lo mismo que decir que no todos los Premios Nobel salen de las universidades de Harvard o Cambridge, aunque tendrá que reconocer que entre estas dos prestigiosas universidades acumulan la nada despreciable cantidad de 166 de estos prestigiosos premios.

No es que el que suscribe quiera comparar a Harvard y Cambridge con La Cónsula y La Fonda pero, a estas alturas, no estamos ya para oír sandeces.

Actúe, Sr. consejero, actúe y gestione de manera eficiente y definitiva la situación dramática de La Cónsula y La Fonda que también para esto le paga el pueblo andaluz. Hágalo sin descanso, convenza a su Consejo de Gobierno, ponga todo su interés en que no pase por embustera la Sra. presidenta de la Junta, que anunció que La Cónsula funcionaría con total normalidad y prometió que el sueño de los alumnos se cumpliría. No le ponga sólo voluntad; el «estamos trabajando en ello» aunque esta vez sea con acento sevillano en vez de tejano no nos hace ninguna gracia.