Corrupción, corruptos y actuación mediática, por Ángel Alonso Pachón

Siendo la corrupción un ébola pegadizo y expansible en una sociedad mediatizada por la hipocresía de la «clase media política y no política», hipnotizada por el buen vivir, por el elitismo social y por preferir los atajos al esfuerzo profesional honrado… Siendo el corrupto una persona que ha elegido «su bienestar social hipócrita» a la ética de una clase media próspera por el trabajo y la convivencia social justa… Siendo así, sólo caben tres soluciones:

Vencer el «ébola de la corrupción» mediante leyes estrictas, sumarísimas y condicionantes para acceder a cualquier puesto de riesgo de corruptelas.

La anulación por ley de todo enchufismo o nepotismo, creando un organismo totalmente independiente que audite los curriculum, los accesos y los sueldos.

Liberarnos de los corruptos mediante su alejamiento social. Ofrecerles dos opciones a elegir con la inmediatez que la enfermedad exige: la primera devolver en efectivo el doble de lo que se haya beneficiado, la segunda salir, él solo, del país, con lo puesto, sin posibilidad de volver hasta que no se cumpla la primera que sería aumentada en proporción a los años que tardase en devolver lo defraudado.

De todos modos, como alguien dijo, los paraísos los creamos cada uno a nuestro gusto. No estaría de más ofrecerles la oportunidad de vivir como quieran en una isla solitaria donde pudieran, todos ellos, organizarse para vivir, para trabajar y seguramente, también, para robarse.

Lo peor de una sociedad que ha encubado el «ébola de la corrupción» es, no sólo, no aislar a los enfermos sino además favorecerles con una reclusión gratuita, con muchos derechos y muy pocas obligaciones.

Para terminar también es corrupción no respetar las actuaciones judiciales, informando y publicitando las mismas de forma escandalosamente llamativa. ¿Quién avisa?, ¿con qué fin?

Las noticias son un derecho que a veces convertimos, por intereses empresariales, en un negocio, ¿comisionado?