Por fin llega una noticia positiva de la Comisión Europea que no me obligua a revisar otra vez mi sonrojante cuenta corriente (en singular). Siempre que la comisión habla del sur de Europa, o sube el pan o nos receta pan duro. Así llevan desde hace un lustro por obra y gracia de la crisis que Zapatero no quiso ver, pero el viernes, cuando ya nos temíamos otro zasca, la comisión ensalzó a Málaga como la primera ciudad española en el ranking europeo de satisfacción de sus habitantes y la undécima de Europa. Primero pensé que en el edificio Berlaymont, sede de la Comisión Europea en Bruselas, estaban de carnaval, pero en el periódico alguien me advirtió que ya en 2007 otra encuesta reflejaba que los malagueños nos sentíamos muy orgullosos de nuestra ciudad. Soy de los que piensan que como en Málaga no se vive en ningún sitio, aunque también he de reconocer que mi cultura viajera es casi proporcional a la cuenta corriente de un plumilla. Pero me da igual tener casi virgen el pasaporte. El mar, la luz, la ligereza de la atmósfera, la primavera eterna; incluso la amabilidad y suavidad de los malagueños, donde el compás de la vida es descansado y acompasado, hacen que uno sienta que viva cabalgando entre Málaga la bella y Málaga la cantaora. Claro hay que entender también la catarsis que este estudio provocó en el departamento europeo de satisfacción de la sección quinta dependiente de la subcomisión que vela por que los europeos seamos felices. Me pongo en la piel del teutón o del nórdico que cruzó los datos de esta megaencuesta y entiendo que no comprendieran nada cuando diseccionaban los resultados de Málaga. A ver. El nórdico Borchgrevink le cuestionaba al alemán Streigenberger que cómo podían ser felices en Málaga si el 85% de sus ciudadanos contestaban que era imposible encontrar empleo. Y Streigenberger, perplejo, le responadía que tampoco comprendía cómo podían estar el 97% de esos locos malagueños satisfechos con su ciudad si el 63% consideraban que estaba sucia, entre otras cuestiones negativas. Como buenos y disciplinados trabajadores de las altas estancias europeas, ambos se limitaron a tabular los datos y por curiosidad buscaron ´Málaga´ en Google donde, tras escarbar en las más cien millones de entrada, localizaron el estupendo vídeo promocional del Ayuntamiento de Málaga «Somos Málaga». Tras visionarlo, tanto Streigenberger como Borchgrevink volvieron sus ojos hacia la tabla de excel y con una leve inclinación de la cabeza suscribieron lo que la macroencuesta decía: «Málaga está sucia, pero se debe vivir como Dios manda».

Málaga, ese «Imperio de la luz», tal y como la describió Ortega y Gasset en un poema, ha experimentado una transformación brutal en la última década. A esa luz se le han ido añadiendo nuevas excusas, contenidos y argumentos más que sobresalientes, pues hay cientos de ciudades que durante ese largo periodo de tiempo también han cambiado, pero a peor. Guste más o menos Francisco de la Torre, hay que reconocerle al alcalde que parte de los ejes estratégicos que fijó para Málaga (turismo, cultura, innovación) están dando formidables resultados para situar a la ciudad en el mapa del mundo. No es ninguna broma que hace escasas semanas el periódico The New York Times colocara a Málaga entre los destinos imprescindibles de este año o que en la Estadística de Variaciones Residenciales con registros de todas las provincias de España tanto por parte de nacionales como de extranjeros Málaga sea la que tiene el mayor saldo positivo de todo el país.

Suena hueco decir que Málaga está de moda, pero desde hace años desfila por las principales pasarelas del mundo con la cabeza alta y sólo hay que mirar una década atrás para darnos cuenta de la ciudad que teníamos. Cosa distinta es que la tradicional indolencia que nos caracteriza para ciertas cosas acabe en hedonismo y nos conformemos con una ciudad sucia pese a la millonaria factura que se paga a la fuente inagotable de problemas que es Limasa. O que se soporte con resignación esta repugnante tasa de paro.

Un compañero del periódico reflexionaba el viernes sobre la encuesta y acertaba como siempre. Me decía, fíjate en cuál es la noticia más leída ahora en la web con todo lo que está cayendo en España. La información no era otra que la fecha de la Feria de 2016. En Málaga nos gusta ser felices...