Esto se acabó y ya no se pasa ni una». Lo dijo el presidente en funciones del Gobierno, o tal vez el presidente del Gobierno en funciones. Lo malo es que un poco más y lo dice cuando ya no queda ni un euro por robar. La trincalina se hizo carne y habitó entre nosotros. Una sola peinadilla de la Guardia Civil, el otro día, proporcionó al erario público 15o coches de alta gama, que fueron confiscados. Y eso fue solo un botón de muestra. Bueno, mejor dicho, 150 coches de muestra ¿añorarán a sus conductores?, ¿quién se preocupará ahora de sus delcos?, ¿tenían tracción a las cuatro ruedas?, ¿estará alguien autorizado a quedarse, si la hubiera, con la típica chapa del San Cristóbal pidiendo prudencia que se adhería al salpicadero?

Cuentas bloqueadas, dinero negro, financiaciones irregulares, Bárcenas sé fuerte y dirigentes del PP madrileño en la cárcel. El grupo municipal en Valencia desarbolado y expulsado. Rajoy ha reaccionado. Ha tenido un tranquilo acceso de ira. Esa contradicción (que la ira sea tranquila) puede darse en seres como Rajoy, que ni se inmuta aún estando a punto de perder el Gobierno. Ya no se pasa ni una. Como un padre diciendo esa frase mientras sorbe sopa y da volumen al Telediario medio escuchando el relato de la última travesura de su hijo. Ni se acabó ni es lo último. Algunos opinan que al PP le hace falta estar un tiempecito en la oposición. Yo soy más partidario de que, con independencia de que gobierne o no, esté una temporadita sin robar. Rajoy está llegando tarde a todo. Se puso a tomar cañas con la gente, hacerse selfies e ir a los programas de la tele cuando quedaba un cuarto de hora para las elecciones. Así, sólo le dio tiempo a medio labrarse una imagen de campechano y hombre común. No es que Rajoy deje que los problemas se pudran. Es que espera a que se corrompan. Luego los expulsa del partido. O les manda mensajes telefónicos conminándolos a utilizar su fortaleza. Ya no se pasa ni una. Suena a debilidad extrema. La del que quiere demostrar fuerza bruta en momento de debilidad. Paisaje con Rita al fondo. Muerta de la risa o del caloret. Sánchez intenta formar Gobierno y Rajoy se reúne con sus diputados en el Congreso para arengarlos en decisiva la hora. Sonriente y como ajeno. Fuera del foco y de la presión. Aguardando sin embargo una nueva oportunidad. «Todos tendrán el mismo trato», dijo. Ya sean implicados en la Gürtel, el caso Bárcenas, el Púnica o la operación Taula. Y los otros añorando sus cochazos.