El letargo en el que parecía sumido James Rodríguez en los últimos tiempos y la aparente desconfianza de Zinedine Zidane hacia el colombiano tras su llegada hace cuatro jornadas de Liga, comienza a evaporarse con un excelente partido del jugador del Real Madrid, que necesita recuperar a uno de sus mejores futbolistas para intentar ganar al menos un título.

El técnico francés sentó en el banquillo a James en los dos primeros partidos que dirigió. Ante el Deportivo y frente al Sporting de Gijón, fue el recambio de Isco y sólo la lesión de Gareth Bale le abrió una puerta para entrar en el once titular de Zidane.

Fue ante el Betis, pero James prácticamente pasó desapercibido en la primera parte y mejoró en la segunda. Sin embargo, apenas mostró detalles del gran fútbol que atesora en sus botas. Isco tampoco brilló en exceso y, por eso, el choque ante el Espanyol se presentaba como casi la última gran pelea entre ambos por hacerse con un puesto con el regreso de Bale a la vuelta de la esquina.

Este año James apenas ha vivido momentos de estabilidad. Su inicio de curso fue complicado, sentado en el banquillo en el estreno de Liga frente al Sporting. Poco a poco comenzó a ganarse la confianza de Benítez y cuando recuperó su nivel, sufrió una lesión muscular que volvió a apartarle de todos los focos.

Esa inoportuna lesión también acabó por romper la sintonía con el anterior técnico blanco, preguntado continuamente por las ausencias de su jugador cuando apuraba su recuperación. Sus respuestas, en las que incidía en que necesitaba tiempo para estar al cien por cien, contrastaron con las palabras de James en las que contradecía a Benítez. Desde Colombia, aseguró que estaba perfectamente.

Todos esos desencuentros acabaron por minar la moral del sudamericano que tuvo que lidiar con incidentes extradeportivos: muchos recuerdan la persecución de la Guardia Civil hasta la Ciudad Deportiva de Valdebebas o las críticas que recibió por su aparente exceso de peso.

Al final, terminó explotando: «Me jode mucho lo que están diciendo, que digan tantas cosas. La gente que está cerca de mí sabe cómo actúo, le debo mucho a esto y siempre intento cuidarme. Soy un gran profesional. Lo que se dice de que salgo mucho por la noche es mentira. Jode mucho que duden de mí, que digan que estoy gordo».

Una semana después de aquellas palabras, la situación comenzó a cambiar en solo noventa minutos, los que jugó ante el Espanyol con una actuación más que notable con una asistencia a Karim Benzema, un gol con el que alcanzó los cuatro en el campeonato y un partido en el que también corrió muchísimo, jugó muy bien entre líneas e incluso tuvo arrancadas potentes desde la banda derecha.

Sus declaraciones de la semana anterior contrastaron con las de Zidane después de la victoria ante el Espanyol. Tras las explicaciones de James, llegaron las alabanzas del francés, que antes ya quiso cerrar el debate sobre un posible mal estado del colombiano.

«Ha hecho un muy buen partido, está trabajando muy bien y estoy muy contento con su actuación. No sólo con el balón, sin el balón hizo un gran trabajo. Con el balón ya sé que es capaz de hacer lo que hace porque es fácil para él. Estoy contento de su actuación global», afirmó el técnico francés.

Zidane podría tener un bendito «problema» dentro de una o dos semanas. La recuperación de Gareth Bale, que hasta su lesión fue el mejor jugador del Real Madrid en el último mes y medio, y el mimo que reciben Isco y James con una subida de nivel de ambos, obligará al francés a prescindir de uno de los tres. Ahora, sin embargo, parece que ninguno sobra porque James ha despertado y vuelve a sonreír