Alemania también cruje, aunque tenga suelo de hierro. La crisis bancaria volvió a asomar la semana pasada por las dudas sobre la solvencia del Deutsche Bank. La publicación de los resultados de la entidad en 2015 desató la tempestad. Las pérdidas de 6.700 millones de euros y los pleitos que podrían suponer hasta 10.000 millones hundieron sus bonos y sus acciones. Los resultados negativos, que en otras circunstancias (sin el desplome del petróleo, sin la desaceleración de China y sin el temor a que los bancos centrales se hayan quedado sin herramientas para reanimar el crecimiento económico) habrían sido bien digeridos por los inversores, alimentaron en esta ocasión las sospechas sobre la incapacidad del Deutsche de pagar los intereses debidos por la emisión de sus CoCos, las obligaciones emitidas por los bancos para financiarse y que son convertibles en acciones si van mal las cosas.

Los rumores sobre la insolvencia del Deutsche echaron a rodar la bola y de inmediato las miradas se fijaron en los sospechosos habituales: la banca italiana, que tienen pendiente su reestructuración, y de rebote la española, más saneada pero aquejada de falta de rentabilidad. El miedo a la crisis financiera contagió los parqués y las bolsas registraron fuertes caídas, resucitando el fantasma de un nueva crisis global.

La tormenta se desató en Alemania, ¿se ha caído el mito de su fortaleza? No, porque si uno se detiene en seguir el rastro del dinero y mirar hacia dónde va a parar el que está saliendo de las Bolsas se encuentra que uno de los principales valores refugio sigue siendo la deuda pública de Alemania. El país sigue cotizando al alza pese a los problemas de su principal banco.

Un activo refugio es aquel que en los momentos de mayor tensión, o cuando hay fuertes turbulencias en los mercados, se considera más seguro. En la lista oficial se encuentran los metales preciosos como el oro y la deuda pública de máxima calificación, entre la que destaca el bono alemán.

En lo que va de año y como consecuencia de la compra de los inversores, la rentabilidad del bono alemán a 10 años se ha hundido del 0,6 al 0,2% (a medida que aumenta el precio, se reduce la rentabilidad, ya que ambas magnitudes evolucionan a la inversa en el mercado de renta fija). La caída ha provocado, de manera paralela, un repunte en la prima de riesgo del resto de países de Europa, ya que la prima no es más que la diferencia entre la rentabilidad de los bonos de un país y la del bono alemán a 10 años, el bund. En España el riesgo país está cerca de los 150 puntos cuando comenzó el año en los 115 enteros. La culpa, en buena parte, de las tormentas y los refugios de Alemania.