El PP se descuajaringa por momentos. Obvio, cuando el cáncer de la corrupción se ha convertido en una metástasis incurable poco queda que hacer. Rajoy está acorralado y perdido, poco puede hacer ante lo que tiene encima. La única solución posible, la de la dimisión, empieza a antojarse tardía después de que se le haya adelantado Aguirre. Pero el PP es una caja de sorpresas. Lo mismo un día nos sorprende Juanma Moreno diciendo que no tolera que se tome a los populares como el partido de la corrupción que al otro aparece un escándalo más de las -presuntas- chorizadas. Destacaba esta semana Raúl del Pozo en Onda Cero lo original de la trama corrupta del PP: «Nunca ha ocurrido que unos ladrones escrituraran todo lo que han robado». Imagínense que solo está saliendo lo que está en los papeles y que por debajo del fango hay más. Mejor ni pensarlo.

¿Tiene arreglo algo del PP? Complicado. Lo terrible de todo es la imagen de acastillamiento de Rajoy. Que si la legitimidad de los escaños, que si su prevalencia para formar gobierno, que si tal y que si cual. ¿No se da cuenta Mariano de que la realidad hoy es otra? Mientras en su aldea de Génova entran y salen con papeles los investigadores, él se cree con la fuerza para dirigir un país. ¡Él, que no ha sido capaz ni de gobernar su partido! ¡Él, al que a cada momento le salen enanos crecidos como causa de la corrupción! El PP es ahora como una de esas torres del Jenga. ¿Será el próximo palito el que haga que se desestabilice toda la torre y, de una vez por todas, caiga? Mariano está perdido. Todos están perdidos y acorralados por todos los suyos: Rita Barberá y casi todo el PP valenciano, Matas, medio PP de Madrid… Que no hay por donde coger esto. ¿La resistencia? ¡Están locos estos peperos! O a lo peor están ciegos. Eso también sería difícil de digerir.