Por más vueltas que se quieran dar, la única izquierda radical creíble, en un país desarrollado de Europa, sería la que hiciera auténtica prioridad de la cooperación económica y social con los pueblos pobres del mundo, favoreciendo su desarrollo educativo, sanitario y material. Sobre este asunto lo único que hay en el programa de gobierno de Podemos es la elevación hasta el 0,7 del presupuesto de cooperación en 8 años. Tampoco los demás partidos de la llamada izquierda le han prestado interés al asunto, cara a las negociaciones. Por tanto seguimos hablando de la redistribución interna del bienestar, sin voluntad alguna de compartirlo con los pobres más pobres. Una subida de impuestos destinada a incrementar exponencialmente la cooperación sería en si misma un programa revolucionario, y el lanzamiento al mundo de una genuina «marca España», pero esa utopía no tiene utopistas.