Empujones, amenazas, insultos, vejaciones e incluso agresiones físicas. El acoso escolar persiste y se amplía hoy con el tremendo eco que suponen las redes sociales y los mensajes de móvil, que hacen que la situación no se dé sólo en el espacio de la escuela sino que continúe en la calle y en casa y a todas las horas imaginables. En Málaga, la Guardia Civil ha detectado en un mes tres casos de acoso escolar o bullying, lo que no significa que no existan más aunque permanezcan tapados por miedo o vergüenza como suele ocurrir la mayoría de las veces. Por suerte, estos casos han dejado de tratarse como «cosas de críos» y han pasado a considerarse un problema que hay que erradicar desde la raíz, implantando la cultura de la paz en los centros educativos y fomentado una buena convivencia, con respeto a la diversidad. Un objetivo al que contribuyen iniciativas como la Red Andaluza «Escuela: Espacio de Paz», puesta en marcha por la Junta de Andalucía hace ya más de una década y a la que cada curso se adhieren más colegios. De igual forma, están implicadas las fuerzas de seguridad como la Guardia Civil con el Plan Director de Convivencia y Mejora de la Seguridad en los centros educativos, por el que se imparten charlas para alumnos y padres.

Sin embargo, la educación no es sólo cosa de unos pocos, sino de toda la sociedad y ese es el gran paso que falta para que el acoso escolar deje de protagonizar titulares, algunos tremendamente dolorosos e incomprensibles. No se trata de eliminar la violencia de las escuelas sino de hacerla desaparecer de todos los ámbitos. Sin olvidar que son la agresividad verbal y la falta de respeto hacia el otro lo que más abunda y siembra el camino en el mal sentido. La responsabilidad no es sólo de los educadores y de la policía, sino también de los medios de comunicación, de los políticos, de los deportistas y de todos aquellos que pueden ser ejemplo para los menores pero que en muchas ocasiones ejercen el efecto contrario. Queda camino por recorrer pero merece la pena intentarlo.