El actor y humorista malagueño Dani Rovira encarnará a Superlópez. Creado en 1973 por Juan López Fernández (Superlópez, no Rovira), las aventuras del héroe a la española serán llevadas al cine por Javier Ruiz Caldera. Caldera ya ha llevado al cine a Anacleto, agente secreto, film que protagonizó Imanol Arias. Uno vio Anacleto y desde luego llegó a la conclusión de que Arias nació para ser Anacleto. Ni Cuéntame ni nada. El parecido era asombroso o asombrante. También Rovira se parece a Superlópez. Los guionistas serán Borja Cobeaga y Diego San José, talentosos autores, en boga, de Ocho apellidos vascos. O sea, el ingenio está garantizado. La chanza, la broma, la risa, el buen rato. Ya cada cual que califique (después de verlas por favor) si todo eso es cine de alta calidad o palomitero o sin sustancia o de gama media o retrato sociológico e inclusive si es terapia para nuestros demonios y tópicos. Pero mientras los críticos se disponen a hacer todo eso, e incluso a escribirlo y adoctrinarnos, certifiquemos nuestra alegria, que viene por diversas razones, una de ellas no menor es que es puente. Superlópez fue un héroe de nuetra infancia, donde no se decía cómic y sí tebeo; donde no había videojuegos ni redes sociales ni más canales de televisión que una pacata TVE que daba un apagón a media tarde, tiempo empleado por el que suscribe en hincarse un bocata de embutido patrio y abrir un tebeo. De fondo, los libros de texto. Libros de texto de un colegial que aprendió no poco de Mortadelo, Zipi y Zape, 13 Rue del Percebe, etc., etc. Incluya en un etcétera a Carpanta y el capitán Trueno y Roberto Alcázar y Pedrín. Aunque, ojo, estos los leíamos porque los reeditaban abundantemente. Ya no. Una pena. Los leíamos, o sea, no por tener más años que un nudo o catedral o coche de caballos; más bien por ser lanzados por míticas editoriales que ya no son ni editoriales ni míticas. Con todo, esto no es un artículo nostálgico, que la niñez está bien donde está, en el pasado. Y eso que fue felicísima. La elección de Rovira ha causado una honda polémica en Twitter, donde no hay nada que no sea polémico. Uno se congratula de que además de Spiderman y Superman y otros superhéroes foráneos, que están requetebién, se dé espacio a la heroicidad local y locuela y algo torpona con aires incluso de Mister Bean. Qué grande es el cine, dice el tópico. Más grande es la expectativa feliz que nos embarga cuando leemos que la industria cinematográfica española se vuelca también en proyectos versátiles y atrayentes a priori, sin más pretensión (sanísima, por cierto) que ofrecer espectáculo y buenos ratos. Eso sí, Superlópez llega ahora, cuando España tuvo que ser rescatada y no por él precisamente.