El pasado domingo 28 de febrero fue el Día de Andalucía. Déjenme que les cuente el significado que tiene para mí. Contexto ecológico: Málaga, aumento del nivel del mar nueve milímetros por año. Huelva, balsas de fosfoyesos y proyecto de enterramiento de desechos radiactivos en la marisma. Córdoba, almacén de residuos radiactivos. Jaén, reventar la tierra y contaminar el agua para obtener gas. Almería, explotación intensiva de la tierra bajo un mar de plástico. Sevilla, contaminación de los acuíferos. Son sólo algunos ejemplos. El escenario de cambio climático que tenemos ahora en Andalucía es: veranos de seis meses, escasas precipitaciones, incremento de las temperaturas y menor rendimiento de los cultivos. Hoy más que nunca, por tanto, cuidar el planeta es defender Andalucía. La conexión de ambas realidades actualiza, al contexto del siglo XXI, el sentido del estribillo del himno de Andalucía compuesto por Blas Infante: «¡Andaluces, levantaos!/¡Pedid tierra y libertad!/¡Sea por Andalucía libre, los Pueblos y la Humanidad!»

¡Andaluces, levantaos!, levantémonos frente a la evidencia del cambio climático y la crisis de recursos naturales, porque para tener autonomía y derechos sociales es necesario cuidar el planeta y pedir, reclamar, exigir, nuestro derecho al aire, al agua, a la tierra, a alimentos limpios, sanos y seguros. Proteger Andalucía, a nuestra gente y nuestros derechos, es comprender que sin planeta no hay Andalucía. Significa que sin justicia ambiental no puede haber justicia social, porque somos, sobre todo, ciudadanos de la Tierra, parte de una comunidad planetaria integrada también por seres distintos de los humanos, no solamente andaluces, españoles o europeos. ¡Levantémonos, andaluces!, para que Andalucía firme el contrato ambiental con todos los vivos y con todas las generaciones y tenga en cuenta todas las expectativas: las nuestras, pero también las de ellos, las presentes y las futuras.

¡Pedid tierra y libertad!, pidamos la Tierra, porque sin Tierra no hay libertad. Hemos usado la libertad de empresa y la del mercado más allá de los límites del planeta, destruyéndolo, ensuciándolo, consumiendo más recursos de los que nos corresponden. Por eso pidamos el Sol, pidamos el aire, pidamos el agua. Pidamos que la libertad sea ejercitada dentro de los límites que manda el planeta, porque la libertad no es sólo nuestra, es de todos y de todas las generaciones. Pidamos esa libertad para que los límites del planeta no se conviertan en limitaciones que roben a nuestros niños su tierra, la Tierra, su libertad. Pidamos la Tierra para que aquellos otros que tienen menos que nosotros o no tienen nada, puedan vivir, porque pidiendo esto, pedimos Andalucía.

¡Sea por Andalucía libre…! de cambio climático, de transgénicos, de fracking, de residuos nucleares, de contaminaciones, de multinacionales que explotan la Tierra y sus recursos, porque esta Tierra es nuestra tierra y sus recursos son nuestros recursos, no de ellos. Es momento de sentir que somos. Seamos entonces una Andalucía de justicia que afronta el cambio climático teniendo en cuenta los derechos y la dignidad de los andaluces, la reconversión justa de la producción, la creación de empleos dignos y trabajos de calidad, el derecho a la salud, los derechos de los migrantes, de los niños, de las personas con diversidad funcional, de las personas en situaciones vulnerables, la igualdad de género, el empoderamiento de la mujer y la equidad entre las generaciones.

¡Sea por... los Pueblos y la Humanidad!, porque es el momento del cuidado, de la cooperación, de la fraternidad, de reconocer el derecho de todos al agua, al pan y a la sal. Es el momento de conectar con la Tierra, es el momento de Andalucía, de los Pueblos, de la Humanidad, porque como decía Antonio Machado: «Hoy es siempre todavía». Hasta el próximo miércoles.