Si existe ya una base programática que por ahora es la que reúne más apoyos parlamentarios, la búsqueda de los que faltan podría pivotar en la figura de un independiente con suficiente prestigio y neutralidad partidaria. Aunque una de las causas de que España haya caído de lleno en la partitocracia es la falta de independientes, quizás haya llegado la hora de buscar bajo las piedras. En algunos países y circunstancias ha sido la fórmula para superar un impasse. El independiente, al gobernar, no compromete del todo a los partidos, que pueden darle caña sin retirarle apoyo. Con un independiente, ningún líder de partido tendría que echarse a un lado. Encima el independiente, si asume que es un consumible, no tendría miedo a hacer lo que haga falta. Los partidos podrían ocuparse de reformar la Constitución, mientras el independiente gobierna. Convendría en todo caso que supiera de cuentas.