En el diccionario de Rajoy, Los Ruices no es la finca en la que se localiza el Centro Medioambiental de Málaga. Son los protagonistas de cualquiera de las negociaciones que el Ayuntamiento y el comité de empresa de Limasa han protagonizado en los últimos lustros. A un lado de la mesa están los representantes de los trabajadores defendiendo lo que es justo, lo que está firmado y avalado por un juez, y alguna medida extra que sólo pueden colarle a un adversario débil. Frente a los cómplices de que los servicios mínimos se incumplan a rajatabla se sienta el alcalde, director de fotografía en la versión más cerda de Hulk, guionista de Tiburón, protagonista de presentarse como un llorica ante un grupo de palmeros a pesar de ser él quien accede, huelga tras huelga, a las peticiones de los currelas y vender el final de las mismas como una victoria personal.

De las huelgas extremas de limpieza se aprende, por supuesto, en la calle. Confirmado queda que es imposible que a los malagueños se nos vaya la almendra de verdad, quizás porque sabemos que echaremos de menos tanta basura cuando no la tengamos tan cerca. Pagaremos dos facturas por un mismo servicio, pero está claro que mis desechos huelen y envejecen mejor que los demás. Y que la forma de reciclar de los hosteleros no tiene desperdicio. Empíricamente he demostrado que abusar de un sentido no resta simultáneamente la sensibilidad de otro. Tan cierto como que el olor de las inmundicias en avanzado estado de fermentación no desciende a medida que subo el volumen de los auriculares.

Pasan los días y aumenta la barbarie, las arcadas. Al menos puedes medir tu estado físico, el otro no. Yo nunca lo he hecho, me lo ha contado un amigo, pero por lo visto es increíble la distancia desde la que puedes lanzar tus miserias para no tener que aproximarte al vertedero que el alcalde ha inaugurado en la esquina de tu calle. Mi colega dice que la longitud del asa de la bolsa es muy importante si elegimos lanzarla como una honda con la piedra dentro. Cuanto más larga es la agarradera, más impulso y vuelo otorgas al proyectil. Hacer diana, como ponerse en la piel del ciudadano, es lo de menos en estas fechas. Hasta la próxima huelga, pedazos de ruices.